Habemus Papam y primeras palabras de León XIV

Habemus Papam y primeras palabras de León XIV

Tras la expectativa que envolvió la Plaza de San Pedro y el mundo entero, el humo blanco finalmente se elevó, anunciando que la Iglesia Católica tiene un nuevo Pastor. En un momento cargado de emoción y simbolismo1, Su Santidad el Papa León XIV salió al balcón, recibiendo el cálido saludo y la aclamación de miles de fieles y peregrinos congregados1.

Con el eco del tradicional «Habemus Papam» aún resonando, el nuevo Sumo Pontífice dirigió sus primeras palabras a la multitud y, a través de los medios de comunicación, al planeta entero. Un discurso que, según los comentarios, estuvo cargado de significado y varias rememoranzas al Papa Francisco1.

Sus palabras iniciales fueron un saludo de paz1, identificado como el primer saludo de Cristo Resucitado1, deseando que esa paz «entrara en vuestros corazones, llegara a vuestras familias, a todas las personas ovunque siano, a todos los pueblos, a toda la tierra»1. Describió esta paz como «una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante» que «Proviene de Dios, Dios que ci ama tutti incondizionalmente»

Habemus Papam 2025

Palabras del Nuevo Papa:

Hermanos y hermanas queridísimos, este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el Buen Pastor que ha dado la vida por el rebaño de Dios.1 También yo quisiera que este saludo de paz entrara en sus corazones, llegara a sus familias, a todas las personas dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra.1 La paz esté con ustedes.1

Esta es la paz de Cristo Resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante.1 Proviene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente.1 Todavía conservamos en nuestros oídos aquella voz débil del Papa Francisco que bendecía Roma, el Papa que bendecía Roma, daba su bendición al mundo, al mundo entero, aquella mañana del día de Pascua.1 Permítanme dar continuidad a esa misma bendición.1

Dios nos quiere bien. Dios los ama a todos y el mal no prevalecerá.1 Estamos todos en las manos de Dios.1 Por lo tanto, sin miedo, unidos mano a mano con Dios y entre nosotros, sigamos adelante.1 Somos discípulos de Cristo.1 Cristo nos precede.1 El mundo necesita de su luz.1 La humanidad lo necesita a Él como el puente para ser alcanzada por Dios y por su amor.1 Ayúdennos también ustedes, luego, los unos a los otros, a construir los puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo, siempre en paz.1

Gracias al Papa Francisco.1 Quiero agradecer también a todos los hermanos cardenales que me han elegido para ser Sucesor de Pedro y caminar junto a ustedes como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, buscando siempre trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros.1

Soy un hijo de San Agustín, Agustiniano, que dijo: «Con ustedes soy cristiano y por ustedes obispo».1 En este sentido, podemos todos caminar juntos hacia aquella patria que Dios nos ha preparado: la Iglesia de Roma.1 Un saludo especial.1 Debemos buscar juntos cómo ser una iglesia misionaria, una iglesia que construye los puentes, el diálogo, siempre abierta a recibir como esta plaza con los brazos abiertos a todos, todos aquellos que tienen necesidad de nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo, el amor.1

Y si me permiten una palabra, un saludo a todos aquellos, de modo particular a mi querido pueblo, un pueblo fiel que ha acompañado a su obispo compartiendo fielmente a Jesucristo.1 (Esta frase fue reconstruida basada en la intención aparente y la mención en la fuente de su origen [i], ya que la transcripción original presentaba errores notables en esta parte1).

A todos ustedes, hermanos y hermanas de Roma, de Italia, de todo el mundo.1 Queremos ser una iglesia sinodal, una iglesia que camina, una iglesia que busca siempre la paz, busca la caridad, busca estar cerca especialmente de aquellos que sufren.1

Hoy es el día de la súplica a la Virgen de Pompeya.1 Nuestra madre María quiere siempre caminar con nosotros, estar cerca, ayudarnos con su intercesión, su amor.1 Entonces, quisiera rezar junto a ustedes.1 Oremos juntos por esta nueva misión, pero por toda la Iglesia, por la paz en el mundo, y pidamos esta gracia especial de María nuestra madre.1

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.1

El Santo Padre León, a todos los fieles presentes y a aquellos que reciben su bendición a través de la radio, la televisión y las otras tecnologías de comunicación, concede la indulgencia plenaria en la forma establecida por la Iglesia.1

Oremos a Dios omnipotente para que conserve por largo tiempo al Papa, guía de la Iglesia, y conceda paz y unidad a la Iglesia en todo el mundo.1

Santos apóstoles Pedro y Pablo, en la autoridad de Dios confiamos. Amén.1

[Bendición e Indulgencia]1 (La parte siguiente del texto fuente contiene frases en latín que parecen ser la fórmula de una bendición y concesión de indulgencia, mencionando santos como Miguel Arcángel, Juan Bautista, Pedro y Pablo, aunque la transcripción literal es incompleta y presenta errores1. Se interpreta como la impartición de la bendición apostólica). Por la gracia del Espíritu Santo y la perseverancia final. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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