En el marco del mes de mayo, mes mariano por excelencia, celebramos también en Colombia el Día de la Madre. Es una oportunidad providencial para honrar no solo a nuestras madres biológicas, sino también a todas aquellas mujeres que, desde la maternidad física o espiritual, han marcado un antes y un después en la historia de la fe.
1. Madres en la Historia de la Salvación – Antiguo Testamento
Sara – Génesis 18,10-15; 21,1-7
Esposa de Abraham, Sara es figura clave del Antiguo Testamento. A pesar de su esterilidad y edad avanzada, creyó en la promesa divina de que sería madre de un hijo, Isaac. Su maternidad se convierte en signo de la fidelidad de Dios y en puerta para la historia del pueblo de Israel. Sara enseña que la maternidad no es solo biológica, sino también parte de un plan redentor que supera toda lógica humana.
Ana – 1 Samuel 1,1–2,11
Ana, esposa de Elcaná, suplicó con lágrimas al Señor un hijo, y le prometió consagrarlo a su servicio. Dios la escuchó y le concedió a Samuel, profeta y juez de Israel. Su cántico de alabanza (1 Samuel 2,1-10) es un precedente del Magníficat. Ana nos enseña que la oración de una madre tiene poder y fecunda la historia.
La madre de los siete hermanos – 2 Macabeos 7,1-41
Esta valerosa madre, durante la persecución de Antíoco IV Epífanes, animó a sus siete hijos a aceptar el martirio antes que renegar de su fe. Con palabras conmovedoras, los fortalece en el momento del sufrimiento. Su testimonio ha sido llamado el “martirio del corazón”. Ella representa a las madres que educan en la fidelidad, aún a costa de perderlo todo.
Rebeca y Raquel – Génesis 24–27; 29–30
Rebeca, madre de Jacob, y Raquel, madre de José y Benjamín, también forman parte de esta genealogía de mujeres fuertes. Rebeca intervino en la bendición de su hijo Jacob, y Raquel oró largamente por la maternidad. Estas figuras revelan los matices de la maternidad bíblica: intercesora, protectora, y a veces, sufriente.
2. Madres del Nuevo Testamento
María, Madre de Jesús – Lucas 1,26-38; Juan 19,25-27; Hechos 1,14
María, la “llena de gracia”, es el modelo de toda madre cristiana. Su fiat inaugura la redención (Lc 1,38). Acompaña silenciosa pero firme la vida de Jesús, lo entrega en la cruz (Jn 19,25-27), y anima la comunidad naciente en Pentecostés (Hch 1,14). María es la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, siempre presente en la historia de la salvación.
Isabel – Lucas 1,5-80
Isabel, madre de Juan el Bautista, es una mujer justa, cuyo embarazo en la vejez revela el poder de Dios. Ella reconoce a María como “Madre de mi Señor” (Lc 1,43). Su maternidad es parte de la preparación del Mesías.
Eunice y Loida – 2 Timoteo 1,5
Aunque mencionadas brevemente, Pablo destaca la fe de Loida (abuela) y Eunice (madre de Timoteo) como cimiento espiritual del discípulo. Son ejemplo de la transmisión generacional de la fe en la vida familiar.
3. Madres en la Historia de la Iglesia
Santa Mónica (siglo IV)
Madre de San Agustín, oró durante años por la conversión de su hijo, entre lágrimas y esperanza. Finalmente, Dios escuchó sus ruegos y Agustín no solo se convirtió, sino que llegó a ser doctor de la Iglesia. Mónica nos recuerda que una madre que ora nunca está sola ni sin fruto.
Santa Elena (siglo IV)
Madre del emperador Constantino, se convirtió al cristianismo en su madurez. Peregrinó a Tierra Santa, donde promovió la construcción de iglesias y la búsqueda de la Vera Cruz. Su influencia fue decisiva para que el cristianismo pasara de la persecución a ser religión del Imperio. Elena es modelo de madre creyente que transforma la historia desde la fe.
Santa Silvia, madre de San Gregorio Magno
Silvia, madre de uno de los papas más influyentes de la Edad Media, vivió con humildad y fe. Fue reconocida por su piedad y labor formativa. En su vida doméstica preparó un corazón para la misión universal.
4. Madres en el Carisma Vicentino
Madame Gondi – Francisca Margarita de Silly
Esposa del General de las Galeras y madre de familia, fue mecenas e inspiración espiritual para San Vicente de Paúl. En su testamento espiritual expresó el deseo de que su patrimonio sirviera a los pobres. Ella fue quien impulsó el contrato de fundación de la Congregación de la Misión (1625). Fue una madre que supo convertir sus bienes y su fe en misión.
Santa Luisa de Marillac – madre, viuda y fundadora
Antes de fundar junto a San Vicente las Hijas de la Caridad, Luisa fue esposa y madre. Tras la muerte de su esposo, se consagró al servicio de los pobres, sin descuidar la educación de su hijo Michel. Su maternidad fue también espiritual, formando a las hermanas en la caridad. Luisa demuestra que la maternidad puede expandirse más allá de los límites biológicos hacia la entrega plena a Dios y al prójimo.
Conclusión
Estas mujeres, madres por vocación biológica o espiritual, han marcado profundamente la historia del plan de Dios. Cada una, en su tiempo, fue instrumento providencial de gracia, transformación y fe. En este mes de mayo, celebremos no solo a nuestras madres, sino también a estas mujeres que, con valentía y fe, engendraron más que hijos: engendraron historia, Iglesia y esperanza.