El Espíritu Santo en el Nuevo Testamento: Paloma, fuego y aliento de Dios

El Espíritu Santo en el Nuevo Testamento: Paloma, fuego y aliento de Dios

El Espíritu Santo, tercera persona de la Trinidad, se manifiesta en el Nuevo Testamento como fuerza vivificadora, guía de la Iglesia naciente y sello de la misión de Cristo. Las Escrituras no lo describen de manera abstracta, sino a través de símbolos que evocan su acción, su misterio y su cercanía. Entre estos, la paloma ha quedado profundamente grabada en la iconografía cristiana. Pero ¿es correcto representarlo siempre así? ¿Qué dice el texto griego original? ¿Cuáles son sus otras formas de manifestación?

Este artículo propone una lectura profunda, exegética y hermenéutica de las principales manifestaciones del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento, explorando su significado y alcance teológico.

1. El Espíritu Santo en el Bautismo de Jesús: ¿descendió “como” una paloma?

Los tres evangelios sinópticos coinciden en narrar el momento en que Jesús, al ser bautizado, recibe el Espíritu Santo con un signo visible:

Evangelio de Mateo (3,16)

«καὶ βαπτισθεὶς ὁ Ἰησοῦς… εἶδεν τὸ πνεῦμα τοῦ θεοῦ καταβαῖνον ὡσεὶ περιστερὰν καὶ ἐρχόμενον ἐπ’ αὐτόν»

“y vio al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre Él.”

Evangelio de Marcos (1,10)

«…εἶδεν τὸ πνεῦμα καταβαῖνον ὡς περιστερὰν εἰς αὐτόν.»

“vio al Espíritu descender como paloma sobre Él.”

Evangelio de Lucas (3,22)

«καὶ καταβῆναι τὸ πνεῦμα τὸ ἅγιον σωματικῷ εἴδει ὡς περιστερὰν ἐπ’ αὐτόν»

“y descendió sobre Él el Espíritu Santo en forma corporal como paloma.”

Evangelio de Juan (1,32)

«Τεθέαμαι τὸ πνεῦμα καταβαῖνον ὡσεὶ περιστερὰν ἐξ οὐρανοῦ»

“He visto al Espíritu descender del cielo como una paloma.”

Observaciones exegéticas:

  • La expresión griega “ὡσεὶ” (hōsei) o “ὡς” (hōs) equivale a “como” o “en forma de”, indicando una comparación simbólica y no literal.
  • Sólo Lucas habla de “forma corporal” (σωματικῷ εἴδει), destacando que el Espíritu se hizo visible, no que literalmente fuera una paloma.
  • En ningún pasaje se afirma que el Espíritu es una paloma, sino que descendió como una. La paloma es un símbolo del descenso suave, puro, sereno y visible del Espíritu.

2. Otras representaciones del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento

a) Fuego

En Pentecostés, el Espíritu Santo se manifiesta no como paloma, sino como fuego:

Hechos 2,3-4

«Y se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo…»

Aquí el Espíritu no desciende en forma de ave, sino como fuego, símbolo bíblico de purificación, presencia divina y fuerza transformadora (cf. Éx 3,2; Hb 12,29).

b)  Viento y aliento

Hechos 2,2

«Se oyó un ruido como de viento impetuoso…»

Juan 20,22

«Sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo”»

El viento (pnoē, πνοή) y el aliento son imágenes del aliento divino que da vida (cf. Gn 2,7; Ez 37,9). En griego, pneuma (πνεῦμα) significa tanto “espíritu” como “viento” o “soplo”.

3. Viabilidad teológica y litúrgica de representar al Espíritu como paloma

¿Está bien representar al Espíritu Santo como paloma?

Sí, con condiciones:

  • Es legítimo representar al Espíritu Santo como una paloma en referencia al bautismo de Jesús, donde ese símbolo es bíblicamente fundado.
  • Sin embargo, no debe ser la única imagen del Espíritu, ya que el Nuevo Testamento ofrece otras teofanías igualmente relevantes: fuego, viento, aliento, nube, luz, etc.
  • La teología católica enseña que el Espíritu no tiene forma física, pues es Dios invisible. Los símbolos son pedagogía divina, no descripciones literales.

El Catecismo de la Iglesia Católica señala:

“En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y desciende sobre Él. El símbolo de la paloma para significar el Espíritu Santo es tradicional en la iconografía cristiana.”

(CEC, 701)

4. Implicaciones para la vida cristiana

Cada símbolo del Espíritu Santo revela una dimensión de su acción en nosotros:

  • La paloma: mansedumbre, paz, presencia visible, pureza.
  • El fuego: pasión, transformación, envío.
  • El viento: libertad, imprevisibilidad, soplo vital.
  • El aliento: vida nueva, intimidad, creación.

No se trata solo de una elección estética, sino de reconocer la multiforme acción del Espíritu en la Iglesia y en nuestras vidas.

Conclusión

El Espíritu Santo es la presencia activa y transformadora de Dios en el mundo. En el Nuevo Testamento, se manifiesta de manera rica y diversa: como paloma, como fuego, como viento, como aliento. Cada imagen tiene un profundo valor simbólico y teológico. Representarlo exclusivamente como paloma puede empobrecer la percepción de su misterio. Más bien, estamos llamados a redescubrir su acción en todas sus formas y a dejarnos transformar por Él en nuestra vida personal y eclesial.

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