Beato Pier Giorgio Frassati, el futuro santo con raíces vicentinas.

Beato Pier Giorgio Frassati, el futuro santo con raíces vicentinas.

Pier Giorgio Frassati (1901–1925) fue un joven laico católico italiano, conocido por su profunda fe, amor a los pobres y compromiso social. Beatificado en 1990 por San Juan Pablo II, quien lo llamó “el hombre de las Bienaventuranzas”, Frassati será proclamado santo durante el Jubileo de 2025 tras haberse reconocido un segundo milagro atribuido a su intercesión . Su corta vida de 24 años dejó una huella imborrable, especialmente entre los jóvenes, como modelo de santidad vivida en lo cotidiano a través del servicio caritativo y la justicia social .

Primeros años y formación

Pier Giorgio Frassati nació el 6 de abril de 1901 en la ciudad de Turín, Italia, en el seno de una familia acomodada . Su padre, Alfredo Frassati, fue fundador y director del influyente diario La Stampa y diplomático (senador del Reino de Italia y embajador en Berlín), y su madre, Adelaide Ametis, era pintora . A pesar de crecer en un hogar de medios económicos privilegiados, la educación religiosa en su familia era más bien tibia; de hecho, sus padres inicialmente no comprendían ni alentaban la profunda piedad que Pier Giorgio desarrolló desde niño . No obstante, desde temprana edad él mostró una fe intensa: obtuvo permiso para comulgar diariamente (práctica poco común entonces) y se unió a grupos de devoción como la Sociedad Mariana y el Apostolado de la Oración . La Eucaristía y la Virgen María llegaron a ser los dos polos de su vida espiritual, e incluso de adolescente dedicaba tiempo diario a rezar el rosario .

En cuanto a su educación, estudió inicialmente con tutores privados y luego en colegios de Turín, incluyendo un colegio jesuita donde reforzó su disciplina académica y vida de fe . Pier Giorgio era un joven alegre, deportista y amante de la naturaleza. Disfrutaba de la montaña, el esquí, el senderismo y solía organizar excursiones con amigos a los Alpes y otros parajes, actividades en las que encontraba ocasión para compartir su fe de forma espontánea . Se ganó el apodo cariñoso de il facchino dei poveri (“el cargador de equipajes de los pobres”), ya que frecuentemente cargaba paquetes con víveres y provisiones para llevar a los necesitados en sus visitas caritativas . Tras completar el bachillerato, ingresó en 1918 a la Real Universidad Politécnica de Turín para estudiar ingeniería de minas, una carrera que eligió con la motivación explícita de “servir mejor a Cristo entre los mineros” pobres . Así, desde sus primeros años, Pier Giorgio integró sus talentos e intereses con un ideal claro de vivir su fe a plenitud, combinando estudio, deporte y amistad con una intensa vida sacramental y un creciente compromiso con el prójimo.

Compromiso con la fe y servicio a los pobres en su juventud

La juventud de Frassati estuvo marcada por un ferviente apostolado laical y una entrega concreta al servicio social inspirado por el Evangelio. Con apenas 15 años ingresó a las filas de la Acción Católica italiana, organización de la que formó parte activa durante el resto de su vida . En 1919, aún adolescente, se integró también a la Federación de Estudiantes Católicos Universitarios (FUCI), donde encontró un espacio para formarse en la doctrina social de la Iglesia y compartir con otros jóvenes su empeño cristiano . Ese mismo año comenzó a militar en el recién fundado Partido Popular Italiano, de inspiración cristiana, tomando postura valiente en favor de las enseñanzas sociales plasmadas en la encíclica Rerum Novarum de León XIII . De hecho, Pier Giorgio no dudó en contradecir las ideas políticas de su propio padre liberal cuando chocaban con los principios de su fe; defendió abiertamente la dignidad de los obreros y la justicia social, participando en protestas y huelgas en apoyo a los trabajadores . Llegó a ser arrestado brevemente en Roma por unirse a manifestaciones de la Asociación Católica de Trabajadores contra la creciente marea del fascismo de Mussolini . Su hermana Luciana recordaría que en Pier Giorgio “la doctrina social católica nunca pudo quedarse en simple teoría; con él se hacía acción” .

La caridad concreta hacia los pobres ocupaba un lugar central en su día a día. A los 17 años de edad, en 1918, Pier Giorgio ingresó formalmente a la Sociedad de San Vicente de Paúl, incorporándose como miembro de una Conferencia Vicentina local dedicada a la asistencia de familias necesitadas en Turín . Desde entonces, y durante los siete años siguientes, dedicó gran parte de su tiempo libre a visitar a los “pobres, desamparados, enfermos y soldados desmovilizados de la Primera Guerra Mundial”, ofreciendo ayuda material y consuelo espiritual . Incluso en semanas de exámenes en la universidad, cuando no tenía tiempo para ver a sus amigos, Pier Giorgio hacía el esfuerzo de cumplir puntualmente con sus visitas semanales a las familias pobres asignadas por la Conferencia de San Vicente . Su vida estudiantil y social nunca fue excusa para relegar este apostolado: madrugaba para atender a los pobres antes de ir a clases, o reservaba las tardes para llevar personalmente alimento, ropa, medicinas u otras provisiones a los hogares humildes, muchas veces cargándolas él mismo como un mozo de carga . Pier Giorgio llegó a conocerse por nombre y situación con decenas de personas en extrema necesidad; a todas les brindaba no solo ayuda material, sino una genuina amistad, escuchándoles con paciencia y tratándoles con la dignidad y alegría de quien ve en ellos el rostro de Cristo .

El compromiso de Frassati con los pobres no se limitó a actos aislados de asistencia, sino que implicó un estilo de vida solidario. Donaba sistemáticamente lo poco que tenía a quienes sufrían: más de una vez regaló el dinero de su billete de tren o tranvía a alguien más necesitado y regresó a casa a pie, llegando a bromear con un amigo que él viajaba “en tercera clase porque no hay cuarta” disponible . En otra ocasión, cuando su hermana Luciana contrajo matrimonio y compartió con él 1.000 liras recibidas en regalos, Pier Giorgio entregó 500 liras a la Sociedad de San Vicente de Paúl y las otras 500 al círculo católico universitario Cesare Balbo de la FUCI . Poco después, su padre le ofreció dinero para comprar un automóvil (5.000 liras, una suma considerable), y el joven decidió donar todo ese monto para fundar una nueva Conferencia vicentina en su parroquia local . Estos no fueron hechos aislados: entre sus muchos gestos se recuerda cómo consiguió alojamiento para una anciana desalojada, proveyó una cama a un enfermo de tuberculosis y asumió los gastos educativos de los hijos de una viuda enferma . Cuando algún conocido descubría sus obras de caridad —que él procuraba hacer discretamente, fiel al consejo evangélico de no buscar reconocimiento— Frassati restaba importancia a sus sacrificios. “Ayudar a los necesitados es ayudar a Jesús”, explicó en cierta oportunidad a su hermana . Su sencillez y humildad fueron tales que sus propios padres ignoraban la magnitud de su acción social hasta después de su muerte .

Participación en las Conferencias Vicentinas (Sociedad de San Vicente de Paúl)

La participación de Pier Giorgio Frassati en las Conferencias Vicentinas – nombre con que se conocen los grupos locales de la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP) – fue concreta y fervorosa, moldeando gran parte de su vida espiritual y apostólica. Ingresó oficialmente a la SSVP en 1918 (con 17 años) dentro de una conferencia vinculada a su círculo universitario católico . Siguiendo la metodología vicentina, asumió el compromiso de visitar regularmente a familias pobres en sus domicilios, generalmente junto a algún otro miembro joven de la conferencia. Se consigna que “al ingresar en esta sociedad donó una gran cantidad de dinero, destinada a la atención de los más pobres” , lo cual refleja que desde el inicio no solo aportó su tiempo sino también recursos materiales de los que disponía. Según el testimonio de compañeros, Pier Giorgio experimentaba una profunda alegría al visitar a los pobres en sus casas, cumpliendo el ideal vicentino de compartir con ellos tiempo y amistad. Él mismo confesó a un amigo: “Veo una luz especial que rodea a los pobres y desgraciados, una luz que nosotros no tenemos” , percibiendo en los rostros sufrientes una presencia luminosa de Cristo.

Frassati organizaba su agenda semanal en torno a estas visitas caritativas. Tenía asignadas ciertas familias a las que llevaba alimento, ropa, medicinas u otras ayudas según la necesidad. Por las mañanas antes de asistir a la universidad solía pasar por alguna casa llevando leche fresca o pan, y por las tardes, después de sus tareas académicas, cargaba bolsas con víveres que distribuía personalmente, ganándose el aprecio de todos como un joven servicial y sonriente . Visitaba barrios pobres, buhardillas y hospicios sin mostrar asomo de disgusto por la suciedad o los malos olores; muy al contrario, iba con gusto. “Estaba contento de ser parte de la Sociedad de San Vicente de Paúl, de ayudar a los pobres entrando en sus casas sucias y malolientes”, escribió su hermana Luciana sobre él, citando palabras del propio Pier Giorgio . Dentro de su conferencia vicentina, Pier Giorgio no buscó puestos de honor ni destacó por cargos formales, pero sí por su ejemplo contagioso. Se sabe que animó a varios de sus amigos y compañeros estudiantes a unirse al servicio vicentino, asegurándoles que era un apostolado perfectamente compatible con sus estudios. En un discurso a jóvenes católicos, explicaba con entusiasmo el valor de las conferencias vicentinas: “No sé si todos ustedes son conscientes de lo que son estas instituciones tan maravillosamente concebidas […]. Es una institución sencilla, apta para estudiantes, porque no implica compromiso aparte de estar en un lugar determinado un día a la semana y visitar a dos o tres familias cada semana. Veréis, en poco tiempo, cuánto bien podemos hacer a los que visitamos y cuánto bien podemos hacernos a nosotros mismos” . Estas palabras muestran cómo Frassati entendía la labor vicentina como una vía de doble beneficio: alivio para los necesitados y santificación personal para quien sirve.

Durante los años de posguerra, las conferencias vicentinas atendían también a excombatientes y familias de soldados. Pier Giorgio estuvo activo en esa labor, confortando a veteranos heridos o desempleados que regresaban tras la Primera Guerra Mundial . Entre los pobres a quienes asistía personalmente figuraban ancianos solos, enfermos crónicos, niños huérfanos y madres viudas. Frassati llevaba un cuaderno con notas de cada caso (necesidades, direcciones, nombres) y, según se relata, incluso en sus últimos días de vida se preocupó por ellos: estando ya postrado por la enfermedad mortal, quiso dejar un mensaje para que no olvidaran suministrar medicinas a un tal “Converso”, uno de sus pobres enfermos habituales . Esa atención fiel hasta el extremo ilustra la profundidad de su compromiso vicentino. Pier Giorgio vivió plenamente el carisma de San Vicente de Paúl: ver a Cristo en el pobre y servirlo con humildad, constancia y amor práctico. Su participación en las conferencias vicentinas fue, en suma, el eje central de su santificación laical.

Espiritualidad y carisma vicentino en Pier Giorgio Frassati

La espiritualidad de Pier Giorgio Frassati se identifica profundamente con el carisma vicentino, basado en el amor afectivo y efectivo a los pobres. Como auténtico vicentino, supo “ver el rostro de Cristo en los pobres y marginados” y se entregó con alegría a aliviar su sufrimiento . Frassati provenía de una posición social privilegiada, pero abrazó la sencillez y la humildad en su estilo de vida, valores muy promovidos por San Vicente de Paúl. Renunció a la comodidad y a los lujos que pudo haber tenido al alcance, prefiriendo una vida austera y compartida: donaba gran parte de su mesada y regalos, viajaba en medios de tercera clase, vestía con modestia y no buscaba ningún reconocimiento público por sus obras . Siguiendo las enseñanzas de San Vicente – quien decía que “la perfección no consiste en éxtasis, sino en hacer la Voluntad de Dios” – Pier Giorgio encontraba la voluntad divina precisamente en el servicio cotidiano a quienes sufrían .

Una característica notable de su espiritualidad vicentina fue la alegría cristiana con que vivió la caridad. Lejos de tener un semblante triste o amargado, Frassati irradiaba buen humor y esperanza incluso ante las dificultades. Solía decir que “un católico no puede dejar de ser feliz; la tristeza debe estar desterrada de su alma… el fin para el que hemos sido creados nos guía por un camino de vida que puede estar sembrado de espinas, pero no es triste: es feliz incluso a través del sufrimiento” . Este gozo profundo le daba fuerzas para perseverar en la entrega a los demás. Frassati además entendía la caridad en un sentido integral: no solo asistencialismo inmediato, sino también preocupación por la justicia social y el cambio de estructuras que oprimían a los pobres. En sus escritos y acciones abogó por reformas inspiradas en el Evangelio; por ejemplo, fundó con amigos un pequeño periódico estudiantil para difundir los principios de la encíclica social Rerum Novarum, denunciando la explotación obrera y promoviendo la dignidad del trabajo . Se enfrentó con valentía al ascenso del fascismo y a cualquier ideología que menospreciara al ser humano, asumiendo que defender a los pobres y luchar contra la injusticia era una dimensión natural de su fe . En esto recordaba también el ejemplo de Federico Ozanam (fundador de la SSVP, a quien Frassati conocía y veneraba como beato), quien combinó la ayuda directa con un llamado a la justicia social.

La vida sacramental y de oración fue la fuente de donde Pier Giorgio sacó fuerzas para vivir el carisma vicentino. Era asiduo a la misa diaria y la comunión, pasaba largos ratos en adoración nocturna al Santísimo Sacramento y rezaba diariamente el rosario, en profunda devoción mariana . Meditaba con frecuencia el Himno a la caridad de San Pablo (1 Cor 13) y leía a santos como Catalina de Siena, cuyas enseñanzas le impulsaron a una entrega aún mayor . En 1922 discernió que su camino de santificación laical podía robustecerse con una espiritualidad concreta: ingresó como terciario en la Orden de Predicadores (Dominicos) y al tomar el hábito de la Tercera Orden escogió el nombre religioso de “Fra’ Girolamo” en honor a Girolamo Savonarola, fraile dominico que él admiraba por su celo reformador . Como laico dominico, Pier Giorgio profundizó en la oración, el estudio de la fe y el afán evangelizador, sin por ello abandonar su carisma vicentino; al contrario, ambos se integraron armónicamente en su vida. Su amigo Marco Beltramo señalaba que Pier Giorgio poseía una rara síntesis de contemplación y acción: podía escalar una montaña por la mañana lleno de alegría juvenil, y por la tarde estar orando en la iglesia o sirviendo en un asilo, con la misma sonrisa serena.

Pier Giorgio encarnó las Bienaventuranzas evangélicas en su contexto moderno. “Tenía un corazón lleno de compasión por los que sufrían, y pasaba gran parte de su tiempo libre visitando a los enfermos y a los pobres”, escribió un autor sobre él, resaltando cómo vivió la bienaventuranza de la misericordia y la de los que tienen hambre y sed de justicia . San Juan Pablo II, en la homilía de su beatificación, lo describió así: “A simple vista, el estilo de Pier Giorgio Frassati, un joven moderno y lleno de vida, no presenta nada de extraordinario. Pero esta es precisamente la originalidad de su virtud… En él, la fe y los acontecimientos cotidianos se mezclan armoniosamente, hasta el punto de que la adhesión al Evangelio se traduce en una atención amorosa a los pobres y necesitados, en un continuo crescendo hasta los últimos días de la enfermedad que le llevará a la muerte” . Estas palabras papales confirman que la esencia de la santidad de Frassati fue vivir el amor vicentino de forma heroica pero accesible, integrando su profunda vida interior con una caridad activa, alegre y valiente.

Enfermedad, fallecimiento y testimonios de santidad

En junio de 1925, en medio de su incansable actividad apostólica, Pier Giorgio contrajo una poliomielitis fulminante, probablemente a causa del contacto con algún enfermo a quien atendía en sus visitas a barrios pobres . El 30 de junio de 1925 sintió súbitamente fuertes dolores de cabeza, parálisis parcial y gran debilidad. Su familia, distraída porque la abuela de Pier Giorgio agonizaba al mismo tiempo, tardó en advertir la gravedad de su condición . El propio Pier Giorgio, acostumbrado a minimizar sus molestias, no quiso inquietar a sus padres y soportó en silencio los primeros síntomas. Cuando finalmente los médicos fueron consultados, la enfermedad ya estaba muy avanzada. En sus últimos cuatro días de agonía —descritos como de intenso sufrimiento físico— Pier Giorgio mantuvo una actitud de ofrecimiento y paz. Impresiona que su última preocupación fueran los pobres: en la víspera de su muerte, con la mano ya parcialmente paralizada, logró garabatear un mensaje a su amigo y compañero vicentino Nino Grimaldi, pidiéndole que no olvidara llevar las inyecciones y medicinas necesarias a “Converso”, un hombre enfermo a quien Pier Giorgio solía visitar regularmente . Este gesto final resume su vida: incluso en el umbral de la muerte, pensaba antes en aliviar el dolor ajeno que en sí mismo.

Pier Giorgio Frassati falleció santamente el 4 de julio de 1925, a la edad de 24 años . La noticia conmovió a muchos en Turín, y especialmente a aquellos a quienes él había ayudado. El día de su funeral, una multitud inesperada colmó las calles: “se hicieron presentes muchas personas que su familia no conocía y que lloraban sin consuelo; eran los pobres y necesitados que él había atendido” . Por primera vez, Alfredo y Adelaide Frassati vieron con sus propios ojos el alcance de la caridad de su hijo: centenares de humildes obreros, ancianos, niños de orfanato y mendigos acudieron a darle el último adiós, contándoles a los padres asombrados cómo Pier Giorgio les había socorrido y brindado amistad. Sus padres, que en vida no comprendieron del todo el ardor apostólico de Pier Giorgio, “comprendieron a quiénes había dedicado tanto tiempo de su vida” al ver aquel cortejo abarrotado de gente sencilla agradecida . Este testimonio colectivo de los pobres fue tal vez el primer milagro de Frassati tras su muerte: abrió el corazón de sus propios progenitores a la fe y al reconocimiento de la santidad cercana y real.

Poco después de su deceso, comenzaron a recogerse recuerdos y testimonios sobre las virtudes de Pier Giorgio. Sus amigos del círculo “I Tipi Loschi” (grupo de jóvenes que él había animado, con un espíritu jovial y a la vez piadoso) promovieron su memoria. La fama de su santidad se extendió rápidamente por Italia y luego por el mundo, especialmente entre jóvenes estudiantes y montañistas que veían en Frassati un modelo atractivo de vida cristiana normal pero heroica. En 1932, su hermana Luciana publicó “Una vida ejemplar” sobre Pier Giorgio, y en décadas sucesivas la Iglesia investigó su vida en vista a la beatificación. El 23 de octubre de 1987 el Papa Juan Pablo II declaró venerable a Pier Giorgio, reconociendo oficialmente la heroicidad de sus virtudes . Finalmente, el 20 de mayo de 1990, en una multitudinaria misa en la Basílica de San Pedro, Juan Pablo II lo beatificó, presentándolo al mundo como un ejemplo para la juventud y otorgándole el título de “Beato”. En su homilía, el Papa destacó que Pier Giorgio “cumplió su vocación de laico cristiano en muchos compromisos asociativos y políticos en una sociedad en fermento… dando nuevo impulso a diversos movimientos católicos… Buscó a Jesús y lo supo ver en los hermanos y hermanas que encontraba en su camino o que activamente buscaba en sus lugares de sufrimiento, marginación y soledad, para hacerles sentir el calor de su solidaridad humana y el consuelo sobrenatural de la fe en Cristo” . También proclamó con fuerza que “sólo la revolución de la caridad puede encender en el corazón de los hombres la esperanza de un futuro mejor”, refiriéndose a la vida de Frassati como testimonio vivo de esa verdad .

Legado, patronazgos y próxima canonización

El legado de Pier Giorgio Frassati en la Iglesia es profundo y vigente. San Juan Pablo II lo nombró patrono de los jóvenes de las Jornadas Mundiales de la Juventud, reconociendo en él un modelo cercano para inspirar a las nuevas generaciones . Igualmente, Frassati es considerado uno de los “santos sociales” de Turín, junto a figuras como San Juan Bosco y San José Cottolengo, por su dedicación incansable a los más frágiles y marginados . En 2017, la Confederación Internacional de la Sociedad de San Vicente de Paúl lo designó patrono internacional de los jóvenes vicentinos, testimonio de cuánto valoran los vicentinos su ejemplo de servicio alegre a los pobres . Asociaciones, parroquias y colegios en todo el mundo llevan su nombre. Muchos jóvenes peregrinan a su tumba en la catedral de Turín para pedir su intercesión y “la valentía de imitar su ejemplo” en la caridad y pureza de vida . Frassati es también patrono de los montañistas, reflejando su amor por la montaña como metáfora de la ascensión espiritual hacia Dios . Su famosa frase “Verso l’alto!” (“¡Hacia lo alto!”), escrita en una fotografía de su última escalada, se ha convertido en lema para miles de jóvenes que buscan la santidad en las alturas de la vida ordinaria .

En cuanto al reconocimiento eclesial, Pier Giorgio está en camino de ser inscrito en el catálogo de los santos canonizados. Tras su beatificación en 1990, numerosas gracias y favores fueron atribuidos a su intercesión. Finalmente, en noviembre de 2024, el Papa Francisco aprobó el milagro necesario para su canonización (la curación milagrosa de un sacerdote joven, documentada y atribuida a Frassati) . La Santa Sede anunció que la canonización de Pier Giorgio Frassati se realizará durante el Jubileo de 2025, en el contexto del Jubileo de la Juventud . De hecho, el Cardenal Marcello Semeraro (Prefecto de Causas de los Santos) comunicó que la elevación de Frassati a los altares estaba “claramente en el horizonte” y programada para el Año Santo 2025 . Este acontecimiento será celebrado por la Familia Dominicana (que lo contará oficialmente entre sus santos laicos) y por toda la Familia Vicenciana, que ve en Pier Giorgio un testigo contemporáneo del carisma de San Vicente.

A las puertas de su canonización, la figura de Pier Giorgio Frassati resuena con una actualidad sorprendente. En la exhortación apostólica Christus Vivit (2019), dirigida a los jóvenes, el Papa Francisco lo incluyó entre los doce jóvenes ejemplares que entregaron su vida a Cristo . Y es que Frassati, con su sonrisa, su espíritu deportivo, su profundo amor eucarístico y su radical servicio a los pobres, muestra que la santidad es alcanzable para los laicos jóvenes en medio del mundo. “Él proclama, con su ejemplo, que es ‘dichosa’ la vida llevada en el Espíritu de Cristo, Espíritu de las Bienaventuranzas… Da testimonio de que la santidad es posible para todos”, afirmó San Juan Pablo II refiriéndose al mensaje que Pier Giorgio deja a nuestra época . En síntesis, Pier Giorgio Frassati es un puente entre el Evangelio y la realidad contemporánea: un joven estudiante y amigo, un ingeniero en formación, un montañero entusiasta, y a la vez un hombre de oración profunda, de caridad ardiente y de combate por la justicia. Su biografía cronológica, su participación en las conferencias vicentinas, y su identificación con el carisma vicentino confirman que vivió, en pleno siglo XX, la verdadera “revolución de la caridad” que transforma al mundo desde los pequeños gestos cotidianos . A pocos meses de su canonización, la Iglesia propone a Pier Giorgio Frassati como intercesor y modelo para que todos –especialmente los jóvenes– miren “hacia lo alto” y, siguiendo sus huellas, descubran en el servicio a los pobres el camino seguro hacia una vida plena en Cristo .

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