LECTURAS Y
REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE DIOS DE TODOS LOS DÍAS

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Día 1 Novena a Santa Luisa de Marillac
abril 30

- ORACIÓN para todos los días
Padre Misericordioso, de infinita bondad,
que en la vida de Santa Luisa de Marillac nos has mostrado un ejemplo radiante de caridad y servicio, te pedimos que, inspirados por su devoción y fortaleza, podamos vivir con la misma entrega y amor hacia los más necesitados. Que su legado de compasión y acción continúe iluminando nuestros pasos en la búsqueda de la justicia y la paz, y que, al igual que ella, encontremos en cada acto de bondad una vía hacia la santidad. Concédenos la gracia de seguir su ejemplo, sirviendo a Ti en nuestros hermanos y hermanas con humildad y alegría, y que, a través de nuestras obras, se refleje en el mundo la luz de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
- ORACIÓN de abandono
(Obras Completas, Marillac, pág. 673)
Te adoro, ¡oh mi buen Dios! y reconozco haber recibido de ti mi
conservación; y por el amor que te debo, me abandono enteramente a las disposiciones de tu Santa Voluntad; y aunque llena de flaquezas y de motivos de humillación por mis pecados, me confío a tu misericordia y te suplico, por el amor que tienes a tus criaturas, la asistencia de tu Espíritu Santo, para el total cumplimiento del designio que, desde toda la eternidad, ha tenido tu Santa Voluntad sobre mi alma y sobre todas las que han sido redimidas por la sangre de Jesucristo tu Único hijo.
Padre nuestro, Ave María y gloría.
DÍA 1
LA FE CONFIADA EN LA PROVIDENCIA DE DIOS
Signo: Una vela encendida
1. Introducción:
Hoy, Santa Luisa de Marillac nos enseña que la confianza en la Providencia de Dios no es solo un sentimiento, sino una forma de vivir. Desde su juventud, marcada por la incertidumbre y la enfermedad, hasta su misión entre los más necesitados, Luisa supo abandonarse a los designios divinos incluso en la oscuridad. Comencemos nuestra novena encendiendo una vela, símbolo de la luz que la fe mantiene viva aun cuando todo parece incierto.
2. Texto Bíblico:
Mateo 6, 25-34
«Por eso les digo: No se inquieten por su vida, qué comerán o qué beberán, ni por su cuerpo, qué vestirán. (…) Miren las aves del cielo: no siembran ni cosechan, ni reúnen en graneros, y sin embargo el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?»
3. Escrito de Santa Luisa de Marillac
«Espero me perdonará usted la libertad que me tomo de manifestarle la impaciencia de mi espíritu, tanto por su larga ausencia pasada como por el temor del porvenir (…) pero quiero aguardar con serenidad la hora de Dios y reconocer que es mi indignidad la que la retrasa. […] Nuestro buen Dios ha permitido que, desde hace un mes, mi alma le sienta más que de ordinario.»
(Carta a San Vicente, 5 de junio de 1627, C.3)
4. Reflexión:
La confianza en Dios que Santa Luisa de Marillac nos propone no es ingenua ni pasiva. Ella misma admite la impaciencia del alma, el temor al porvenir, las dudas humanas que todos enfrentamos. Sin embargo, su respuesta no es el desaliento, sino la serenidad activa, un aguardar confiadamente «la hora de Dios».
Jesús, en el Evangelio, nos invita a mirar la naturaleza: los lirios del campo, las aves del cielo, viven en una dependencia total de su Creador, sin angustias ni cálculos. No porque ignoren la realidad, sino porque su confianza es radical. Así quiere Jesús que vivamos: confiando, abandonándonos, haciendo nuestra parte, pero sin robarnos la paz con ansiedades inútiles.
Luisa aprendió a vivir en este abandono. A pesar de sus debilidades, su confianza crecía como una luz interior, alimentada por la oración y el amor a los pobres. Cuando sentía el corazón tentado por el miedo, se ofrecía a Dios, pidiéndole «la gracia de que su santa voluntad se cumpla en mí no obstante las oposiciones de mi miseria».
En nuestro tiempo, donde el futuro parece tan incierto, necesitamos recuperar esta actitud espiritual: confiar más en Dios que en nuestras propias seguridades. La fe auténtica no niega las dificultades, pero las abraza en paz porque sabe que nada escapa al amor providente de nuestro Padre.
La vela encendida hoy es un símbolo poderoso: así como la llama vence la oscuridad sin ruido ni violencia, la fe confiada en Dios sostiene nuestras vidas, silenciosa pero firme, hasta el amanecer de su voluntad.
5. Preguntas para la reflexión:
- ¿En qué áreas de mi vida me cuesta más confiar en Dios?
- ¿Cómo reacciono ante las pruebas y la incertidumbre: con fe o con angustia?
- ¿Qué pasos concretos puedo dar para crecer en el abandono a la Providencia?
- ORACIÓN al Espíritu Santo
(Obras completas, Marillac. pág. 827)
Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, ven a purificar y embellecer mi alma para que sea agradable a mi Salvador y que yo pueda recibirle para gloria suya y mi salvación. Con todo mi corazón te deseo ¡oh Pan de los Ángeles, no mires mi indignidad que me aleja de ti, sino tu Amor que tantas veces me ha invitado a acercarme. Te ruego que te des todo a mí, Oh Dios mío! y que tu preciosísimo Cuerpo, tu Alma santa y tu gloriosa Divinidad a quien adoro en este Santísimo Sacramento, tomen entera posesión de mi misma.
¡Oh dulce Jesús, oh buen Jesús, mi Dios y mi Todo! Ten piedad de todas las almas rescatadas con tu preciosísima Sangre, hiérelas fuertemente con un dardo de tu Amor para tornarlas agradecidas al Amor que te ha hecho darte a nosotros en este Santísimo Sacramento, por el cual te ofrezco la gloria que tienes desde toda la eternidad en ti mismo, todas las gracias de que has colmado a la Santísima Virgen y a los Santos y la gloria que ellos te tributarán eternamente por ese mismo Amor.
- ORACIÓN a la Santísima Virgen María
de Santa Luisa de Marillac
Santísima Virgen, creo y confieso tu Santa e Inmaculada Concepción, pura y sin mancha. ¡Purísima Virgen!, por tu pureza virginal, tu Inmaculada Concepción y tu gloriosa cualidad de Madre Dios, alcánzame de tu amado Hijo: la humildad, la caridad, una gran pureza de corazón, cuerpo y espíritu, la perseverancia en mi vocación, el don de oración, una santa vida y una buena muerte.
- GOZOS
Oh Santa Luisa, llena de bondad,
en tu alma resplandece la caridad.
Con tu vida nos enseñas a vivir,
sirviendo a los pobres, sin cesar de sonreír.
Tu corazón, puro y generoso,
se entregó a Cristo, fiel y amoroso.
En el servicio hallaste tu vocación,
uniendo en tu pecho fe y compasión.
2.
En el rostro del hermano sufriente,
te encontraste con Cristo presente.
Cada paso tuyo, marcado por amor,
fue un eco de esperanza, un reflejo del Señor.
La cruz, tu guía y tu inspiración,
te enseñó a abrazar la redención.
Con humildad y fortaleza interior,
fuiste luz en el camino del Salvador.
3.
Tu vida consagrada al servicio fiel,
se convirtió en un canto de gloria y de bien.
Con manos abiertas y corazón ardiente,
destejiste el egoísmo, hilando la gente.
Como una madre, diste todo por amor,
sembrando en los corazones un rayo de ardor.
A los más pobres, a los más necesitados,
les diste esperanza con gestos sagrados.
4.
En la Pascua de Cristo, tu fe resplandece,
como testigo de un amor que nunca perece.
Tú, Santa Luisa, caminaste en su luz,
hacia la vida eterna, hacia el cielo en cruz.
Que tu vida de servicio, llena de pasión,
nos inspire a vivir con toda devoción.
En cada acción y en cada oración,
sigamos tu huella con un mismo corazón