LECTURAS Y
REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE DIOS DE TODOS LOS DÍAS

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Día 2 Novena a Santa Luisa de Marillac

mayo 1

  1. ORACIÓN para todos los días

Padre Misericordioso, de infinita bondad,
que en la vida de Santa Luisa de Marillac nos has mostrado un ejemplo radiante de caridad y servicio, te pedimos que, inspirados por su devoción y fortaleza, podamos vivir con la misma entrega y amor hacia los más necesitados. Que su legado de compasión y acción continúe iluminando nuestros pasos en la búsqueda de la justicia y la paz, y que, al igual que ella, encontremos en cada acto de bondad una vía hacia la santidad. Concédenos la gracia de seguir su ejemplo, sirviendo a Ti en nuestros hermanos y hermanas con humildad y alegría, y que, a través de nuestras obras, se refleje en el mundo la luz de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

  • ORACIÓN de abandono

(Obras Completas, Marillac, pág. 673)

Te adoro, ¡oh mi buen Dios! y reconozco haber recibido de ti mi

conservación; y por el amor que te debo, me abandono enteramente a las disposiciones de tu Santa Voluntad; y aunque llena de flaquezas y de motivos de humillación por mis pecados, me confío a tu misericordia y te suplico, por el amor que tienes a tus criaturas, la asistencia de tu Espíritu Santo, para el total cumplimiento del designio que, desde toda la eternidad, ha tenido tu Santa Voluntad sobre mi alma y sobre todas las que han sido redimidas por la sangre de Jesucristo tu Único hijo.

Padre nuestro, Ave María y gloría.

DÍA 2
EL SERVICIO A CRISTO EN LOS POBRES

Signo: Un delantal de servicio

1. Introducción:

Santa Luisa de Marillac comprendió profundamente que los pobres son el verdadero rostro de Cristo. Para ella, cuidar a un enfermo, alimentar a un hambriento o consolar a un afligido no era simplemente un acto de bondad, sino un encuentro sagrado con el mismo Jesús. Hoy, al contemplar su vida, nos ponemos un delantal como signo de nuestra disponibilidad para servir con amor.

2. Texto Bíblico:

Mateo 25, 35-40
«Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me acogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. (…) Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron.»

3. Escrito de Santa Luisa de Marillac

«Invitándola, por su santo amor, a que no se deje dominar por el desaliento, que experimente en sí misma la necesidad que nuestros amos, los pobres enfermos, tienen de asistencia, de cordialidad y de dulzura.»
(Carta a Sor Bárbara, hacia 1636, C.7)

4. Reflexión:

El delantal que hoy nos ponemos simboliza el servicio humilde. Santa Luisa enseñaba que los pobres no son objetos de compasión, sino «amos» a quienes debemos servir con respeto y ternura. En sus cartas, insiste en la cordialidad y en la dulzura con los enfermos, como quien sirve no a un ser humano cualquiera, sino al mismo Cristo.

El Evangelio de Mateo nos recuerda que Jesús se identifica con los más pequeños: «Cada vez que lo hicieron con uno de estos… conmigo lo hicieron». Esta es una verdad que debe sacudir nuestra fe: Cristo sigue sufriendo en los pobres, y nuestro amor a Él se mide en la forma concreta en que los tratamos.

Servir a los pobres no es opcional para un cristiano, es un deber sagrado. No basta con dar cosas: Jesús pide nuestra presencia, nuestra ternura, nuestra entrega. Como Santa Luisa, estamos llamados a tener «ojos de amor» para descubrir en cada necesitado un sagrario vivo.

Preguntémonos hoy: ¿Sirvo con amor o con impaciencia? ¿Veo a Jesús en los rostros sufrientes, o solo veo molestias y problemas?
Que esta novena avive en nosotros el ardor del servicio humilde y alegre.

5. Preguntas para la reflexión:

  • ¿Reconozco a Cristo en los pobres y necesitados que me rodean?
  • ¿Qué actitudes tengo cuando sirvo: amor, indiferencia o cansancio?
  • ¿Estoy dispuesto a ponerme el «delantal» del servicio cada día?

6. Oración

Señor Jesús,
Tú que te escondes en el rostro de los pobres,
hazme sensible a su dolor y generoso en mi servicio.

Dame la dulzura y la cordialidad que tuvo Santa Luisa,
para que no sirva de mala gana, sino con el amor de un hijo que cuida a su Padre.

Enséñame a verte en cada enfermo, en cada marginado,
en cada hermano que sufre.

Santa Luisa de Marillac,
que supiste amar a Cristo en los pobres,
intercede por nosotros.
Amén.

  • ORACIÓN al Espíritu Santo

(Obras completas, Marillac. pág. 827)

Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, ven a purificar y embellecer mi alma para que sea agradable a mi Salvador y que yo pueda recibirle para gloria suya y mi salvación. Con todo mi corazón te deseo ¡oh Pan de los Ángeles, no mires mi indignidad que me aleja de ti, sino tu Amor que tantas veces me ha invitado a acercarme. Te ruego que te des todo a mí, Oh Dios mío! y que tu preciosísimo Cuerpo, tu Alma santa y tu gloriosa Divinidad a quien adoro en este Santísimo Sacramento, tomen entera posesión de mi misma.

¡Oh dulce Jesús, oh buen Jesús, mi Dios y mi Todo! Ten piedad de todas las almas rescatadas con tu preciosísima Sangre, hiérelas fuertemente con un dardo de tu Amor para tornarlas agradecidas al Amor que te ha hecho darte a nosotros en este Santísimo Sacramento, por el cual te ofrezco la gloria que tienes desde toda la eternidad en ti mismo, todas las gracias de que has colmado a la Santísima Virgen y a los Santos y la gloria que ellos te tributarán eternamente por ese mismo Amor.

  • ORACIÓN a la Santísima Virgen María

de Santa Luisa de Marillac

Santísima Virgen, creo y confieso tu Santa e Inmaculada Concepción, pura y sin mancha. ¡Purísima Virgen!, por tu pureza virginal, tu Inmaculada Concepción y tu gloriosa cualidad de Madre Dios, alcánzame de tu amado Hijo: la humildad, la caridad, una gran pureza de corazón, cuerpo y espíritu, la perseverancia en mi vocación, el don de oración, una santa vida y una buena muerte.

  • GOZOS

Oh Santa Luisa, llena de bondad,
en tu alma resplandece la caridad.
Con tu vida nos enseñas a vivir,
sirviendo a los pobres, sin cesar de sonreír.
Tu corazón, puro y generoso,
se entregó a Cristo, fiel y amoroso.
En el servicio hallaste tu vocación,
uniendo en tu pecho fe y compasión.

2.
En el rostro del hermano sufriente,
te encontraste con Cristo presente.
Cada paso tuyo, marcado por amor,
fue un eco de esperanza, un reflejo del Señor.
La cruz, tu guía y tu inspiración,
te enseñó a abrazar la redención.
Con humildad y fortaleza interior,
fuiste luz en el camino del Salvador.

3.
Tu vida consagrada al servicio fiel,
se convirtió en un canto de gloria y de bien.
Con manos abiertas y corazón ardiente,
destejiste el egoísmo, hilando la gente.
Como una madre, diste todo por amor,
sembrando en los corazones un rayo de ardor.
A los más pobres, a los más necesitados,
les diste esperanza con gestos sagrados.

4.
En la Pascua de Cristo, tu fe resplandece,
como testigo de un amor que nunca perece.
Tú, Santa Luisa, caminaste en su luz,
hacia la vida eterna, hacia el cielo en cruz.
Que tu vida de servicio, llena de pasión,
nos inspire a vivir con toda devoción.
En cada acción y en cada oración,
sigamos tu huella con un mismo corazón

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Detalles

Fecha:
mayo 1
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