LECTURAS Y
REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE DIOS DE TODOS LOS DÍAS

Día 7 Novena a Santa Luisa de Marillac
mayo 6

- ORACIÓN para todos los días
Padre Misericordioso, de infinita bondad,
que en la vida de Santa Luisa de Marillac nos has mostrado un ejemplo radiante de caridad y servicio, te pedimos que, inspirados por su devoción y fortaleza, podamos vivir con la misma entrega y amor hacia los más necesitados. Que su legado de compasión y acción continúe iluminando nuestros pasos en la búsqueda de la justicia y la paz, y que, al igual que ella, encontremos en cada acto de bondad una vía hacia la santidad. Concédenos la gracia de seguir su ejemplo, sirviendo a Ti en nuestros hermanos y hermanas con humildad y alegría, y que, a través de nuestras obras, se refleje en el mundo la luz de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
- ORACIÓN de abandono
(Obras Completas, Marillac, pág. 673)
Te adoro, ¡oh mi buen Dios! y reconozco haber recibido de ti mi
conservación; y por el amor que te debo, me abandono enteramente a las disposiciones de tu Santa Voluntad; y aunque llena de flaquezas y de motivos de humillación por mis pecados, me confío a tu misericordia y te suplico, por el amor que tienes a tus criaturas, la asistencia de tu Espíritu Santo, para el total cumplimiento del designio que, desde toda la eternidad, ha tenido tu Santa Voluntad sobre mi alma y sobre todas las que han sido redimidas por la sangre de Jesucristo tu Único hijo.
Padre nuestro, Ave María y gloría.
DÍA 7
LA IMPORTANCIA DE LA VIDA DE ORACIÓN
Signo: Un Rosario
1. Introducción:
La oración fue el alma de toda la obra de Santa Luisa. En medio de su intensa actividad caritativa, nunca descuidó su relación íntima con Dios. Hoy, portamos un Rosario en las manos, recordando que la verdadera acción brota de un corazón que se alimenta cada día en la oración.
2. Texto Bíblico:
Lucas 5, 15-16
«Pero Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar.»
3. Escrito de Santa Luisa de Marillac:
«Que mi primer pensamiento, después del descanso de la noche, sea para Dios, haciendo un acto de adoración, de acción de gracias y de abandono de mi voluntad en la suya santísima. […] Haré inmediatamente la oración por espacio de una hora o tres cuartos; tomaré el tema de los Santos Evangelios y Epístolas, y la vida del Santo del día para instruirme en su ejemplo. […] Que todo lo que haga esté acompañado del recuerdo de la presencia de Dios.»
(Reglamento de vida en el mundo)
4. Reflexión:
La oración era para Santa Luisa el centro y motor de toda su vida. No concebía el servicio a los pobres sin antes haber bebido en la fuente del amor divino.
Su «Reglamento de Vida» nos muestra una disciplina amorosa: oración al despertar, meditación del Evangelio, invocación continua de la presencia de Dios. No se trataba de ritualismos vacíos, sino de una sed auténtica de Dios que impregnaba cada actividad diaria.
En el Evangelio, vemos que incluso Jesús, en medio de su intensa predicación y milagros, buscaba el silencio y la soledad para orar. Si el Hijo de Dios mismo lo hacía, ¡cuánto más nosotros necesitamos alimentar nuestra alma cada día en el diálogo amoroso con el Padre!
El Rosario que sostenemos hoy es un recordatorio de que la oración nos une a Jesús y María, y nos transforma silenciosamente en instrumentos de su amor en el mundo.
5. Preguntas para la reflexión
- ¿Qué lugar ocupa la oración en mi vida diaria?
- ¿Busco a Dios en medio de mis actividades o lo dejo de lado?
- ¿Qué cambios concretos puedo hacer para profundizar mi vida de oración?
6. Oración
Señor Dios,
fuente de toda vida,
haz de mi corazón un santuario donde tu amor habite.
Que como Santa Luisa,
comience cada jornada en tu presencia,
y que mis acciones estén impregnadas del recuerdo de tu amor.
No permitas que el ruido del mundo apague tu voz en mí;
concédeme un espíritu de oración constante,
y que, sostenido por tu gracia,
pueda ser luz para los demás.
Santa Luisa de Marillac,
amiga de Dios en la oración,
enséñanos a buscar siempre el rostro de Jesús.
Amén.
- ORACIÓN al Espíritu Santo
(Obras completas, Marillac. pág. 827)
Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, ven a purificar y embellecer mi alma para que sea agradable a mi Salvador y que yo pueda recibirle para gloria suya y mi salvación. Con todo mi corazón te deseo ¡oh Pan de los Ángeles, no mires mi indignidad que me aleja de ti, sino tu Amor que tantas veces me ha invitado a acercarme. Te ruego que te des todo a mí, Oh Dios mío! y que tu preciosísimo Cuerpo, tu Alma santa y tu gloriosa Divinidad a quien adoro en este Santísimo Sacramento, tomen entera posesión de mi misma.
¡Oh dulce Jesús, oh buen Jesús, mi Dios y mi Todo! Ten piedad de todas las almas rescatadas con tu preciosísima Sangre, hiérelas fuertemente con un dardo de tu Amor para tornarlas agradecidas al Amor que te ha hecho darte a nosotros en este Santísimo Sacramento, por el cual te ofrezco la gloria que tienes desde toda la eternidad en ti mismo, todas las gracias de que has colmado a la Santísima Virgen y a los Santos y la gloria que ellos te tributarán eternamente por ese mismo Amor.
- ORACIÓN a la Santísima Virgen María
de Santa Luisa de Marillac
Santísima Virgen, creo y confieso tu Santa e Inmaculada Concepción, pura y sin mancha. ¡Purísima Virgen!, por tu pureza virginal, tu Inmaculada Concepción y tu gloriosa cualidad de Madre Dios, alcánzame de tu amado Hijo: la humildad, la caridad, una gran pureza de corazón, cuerpo y espíritu, la perseverancia en mi vocación, el don de oración, una santa vida y una buena muerte.
- GOZOS
Oh Santa Luisa, llena de bondad,
en tu alma resplandece la caridad.
Con tu vida nos enseñas a vivir,
sirviendo a los pobres, sin cesar de sonreír.
Tu corazón, puro y generoso,
se entregó a Cristo, fiel y amoroso.
En el servicio hallaste tu vocación,
uniendo en tu pecho fe y compasión.
2.
En el rostro del hermano sufriente,
te encontraste con Cristo presente.
Cada paso tuyo, marcado por amor,
fue un eco de esperanza, un reflejo del Señor.
La cruz, tu guía y tu inspiración,
te enseñó a abrazar la redención.
Con humildad y fortaleza interior,
fuiste luz en el camino del Salvador.
3.
Tu vida consagrada al servicio fiel,
se convirtió en un canto de gloria y de bien.
Con manos abiertas y corazón ardiente,
destejiste el egoísmo, hilando la gente.
Como una madre, diste todo por amor,
sembrando en los corazones un rayo de ardor.
A los más pobres, a los más necesitados,
les diste esperanza con gestos sagrados.
4.
En la Pascua de Cristo, tu fe resplandece,
como testigo de un amor que nunca perece.
Tú, Santa Luisa, caminaste en su luz,
hacia la vida eterna, hacia el cielo en cruz.
Que tu vida de servicio, llena de pasión,
nos inspire a vivir con toda devoción.
En cada acción y en cada oración,
sigamos tu huella con un mismo corazón