LECTURAS Y
REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE DIOS DE TODOS LOS DÍAS

Lectio Divina del Domingo de Pentecostés
junio 8

🕊️ 1. Lectio (Lectura atenta del texto sagrado)
Primera Lectura – Hechos 2,1-11
El relato de Pentecostés en Hechos de los Apóstoles nos describe la irrupción del Espíritu Santo como un viento impetuoso y lenguas de fuego. Este acontecimiento transforma a los apóstoles en testigos audaces capaces de proclamar las maravillas de Dios en todas las lenguas, símbolo de la universalidad del Evangelio.
Salmo 103 (104)
Un cántico a la creación que reconoce la obra del Espíritu como fuerza vital. Al enviar su aliento, Dios renueva la faz de la tierra. Es una oración que revela la dimensión cósmica de Pentecostés: no sólo es un don para la Iglesia, sino para toda la creación.
Segunda Lectura – 1 Corintios 12,3b-7.12-13
San Pablo enseña que el Espíritu Santo es el principio de unidad y diversidad en la Iglesia. Cada carisma, ministerio y acción tiene su origen en el mismo Espíritu, y todos somos miembros de un solo Cuerpo. La diversidad de dones no es motivo de división, sino riqueza para la edificación común.
Evangelio – Juan 20,19-23
Jesús resucitado se presenta a los discípulos con un saludo de paz y les confía la misión: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Sopló sobre ellos el Espíritu Santo, otorgándoles el poder de perdonar pecados. Es la instauración de la Iglesia como comunidad reconciliadora.
🔍 2. Meditatio (Meditación – ¿Qué me dice el texto?)
Unidad y diversidad en el Espíritu
Pentecostés es la fiesta del nacimiento de la Iglesia. El Espíritu no uniforma, sino que armoniza. En medio de una humanidad marcada por la fragmentación (como en Babel), el Espíritu crea comunión sin anular la diversidad.
El Espíritu como fuerza misionera
El soplo de Jesús en el Evangelio de Juan remite al soplo creador del Génesis. El Espíritu Santo recrea a los discípulos, transformando su miedo en audacia. Este mismo Espíritu nos impulsa hoy a salir, a hablar de Dios en el lenguaje de los hombres de nuestro tiempo: con gestos, ternura y misericordia.
La Iglesia, comunidad del perdón y la misión
Jesús vincula la efusión del Espíritu con el perdón de los pecados. Pentecostés no es sólo un evento carismático, es también un envío a sanar, reconciliar, construir puentes. La misión de la Iglesia no es imponer, sino proponer desde la paz recibida del Resucitado.
🙏 3. Oratio (Oración – ¿Qué le digo a Dios?)
Señor Jesús, tú que entraste en medio de los discípulos llenos de temor, entra también en mis espacios cerrados. Sopla sobre mí tu Espíritu Santo.
Dame la alegría de reconocerte vivo, la paz que viene de ti, y la valentía para proclamar tus maravillas a todos, sin temor.
Espíritu Santo, dulcísimo huésped del alma, transforma mi corazón. Hazme instrumento de unidad, servidor de la comunión y testigo del perdón.
Hoy quiero beber de ti, única fuente que sacia y renueva. Amén.
👁️ 4. Contemplatio (Contemplación – ¿Qué resuena en mi interior?)
«Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra» (Sal 103,30).
Este verso se convierte en una plegaria silenciosa. En medio del ruido del mundo, el alma se abre al soplo divino. No hay que hacer nada más que dejarse habitar. El Espíritu no se impone, se acoge. Y cuando entra, lo renueva todo: la mente, el corazón, las relaciones.
Contemplar Pentecostés es contemplar a Dios haciendo nueva su Iglesia. Donde hay división, siembra comunión. Donde hay miedo, infunde coraje. Donde hay oscuridad, enciende el fuego de su amor.
✋ 5. Actio (Acción – ¿Qué me pide Dios que haga hoy?)
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Habla un lenguaje nuevo. Como los apóstoles, deja que el Espíritu te enseñe a comunicar la fe con palabras y gestos que lleguen al corazón de los demás.
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Vive la unidad en la diversidad. Reconoce y valora los carismas de los otros. Coopera, no compitas.
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Sé ministro del perdón. Donde haya heridas, lleva reconciliación. Donde haya odio, siembra paz.
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Ora por la Iglesia. Que sea siempre fiel a su misión, abierta al Espíritu y servidora del mundo.
📜 Conclusión
Pentecostés no es un evento del pasado. Es una realidad presente. La Iglesia vive de este aliento. El Espíritu Santo continúa actuando hoy en cada bautizado, en cada comunidad, en cada gesto de amor verdadero. Abramos nuestras vidas a su presencia transformadora.
“Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.”