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Reflexión Solemnidad de Santa Luisa de Marillac

mayo 9

Evangelio: Mateo 25, 31-46

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Hoy celebramos con alegría la memoria litúrgica de Santa Luisa de Marillac, cofundadora junto a San Vicente de Paúl de las Hijas de la Caridad y madre espiritual de todos aquellos que, como ella, se han consagrado al servicio de los pobres como verdaderos templos de Dios.

Y no podía haber un evangelio más apropiado que el que acabamos de proclamar: el juicio final según san Mateo. Este texto no es una parábola más; es una síntesis magistral del Evangelio vivido: el amor concreto y eficaz al prójimo como criterio definitivo de salvación.

📖 “Tuve hambre… y me disteis de comer”

Jesús no pregunta por los títulos teológicos que dominamos ni por la cantidad de oraciones que hicimos. Él pone en el centro algo mucho más esencial y profundamente cristiano: el amor encarnado en gestos concretos de misericordia. “Tuve hambre, sed, fui forastero, estuve desnudo, enfermo, en la cárcel… y me asististeis”.

Aquí está el corazón de la vocación de Santa Luisa. Ella entendió que Cristo vive en el pobre. Que servir a los abandonados no es un trabajo social, sino un acto de fe profunda. Junto a San Vicente, dio a luz una revolución evangélica en la Iglesia: la caridad organizada, hecha vida, rostro, manos y compasión.

🌿 Una mujer de fe encarnada

Luisa de Marillac no fue una mujer de ideas abstractas, sino de una fe encarnada. Su espiritualidad brota del encuentro profundo con Cristo crucificado y pobre. Ella supo mirar al enfermo, al huérfano, al marginado… y decir con el corazón: “Ahí está Jesús”.

No fue fácil para ella. Como muchos santos, atravesó noches oscuras, enfermedades, incomprensiones… Pero esas pruebas no la detuvieron. Al contrario, la hicieron más disponible a la voluntad de Dios. En sus cartas, se respira una confianza total en la providencia divina y una preocupación constante por la dignidad de los más pobres.

🤲 “Conmigo lo hicisteis”

La frase clave de este evangelio –“conmigo lo hicisteis”– es también la clave de toda espiritualidad vicentina. El prójimo no es una excusa para obrar bien; es el lugar donde se nos revela Cristo. En los hambrientos de hoy, en los migrantes, en los ancianos abandonados, en las mujeres maltratadas, en los niños sin afecto… ahí está el Señor.

Santa Luisa no solo creyó en esto: lo vivió con radicalidad. Fundó casas, visitó enfermos, formó mujeres en el servicio y en la oración, cuidó de los cuerpos y de las almas. No había división entre su vida interior y su acción caritativa. En ella, la contemplación y el servicio se unieron como dos llamas de una misma luz.

🌺 Para nosotros hoy…

Celebrar hoy a Santa Luisa de Marillac es recordar que el cristianismo no es una teoría sino una vida de entrega. La caridad no es un adorno opcional, sino el rostro verdadero de la fe. Como decía ella misma:

“El amor de Dios debe arder tanto en nuestros corazones que no podamos contenerlo sin comunicarlo”.

La Iglesia, y especialmente nosotros que participamos del carisma vicentino, estamos llamados a ser Iglesia samaritana, servidora, compasiva y misericordiosa, como lo fue Santa Luisa. Que no pase un día sin que abramos los ojos y el corazón a “uno de estos más pequeños”.


🙏 Oración final

Pidamos hoy a Santa Luisa de Marillac que interceda por nosotros, para que no seamos cristianos de palabras, sino discípulos de las obras de misericordia, testigos del amor que transforma y consuela. Que, cuando el Señor venga en su gloria, también nos diga:

“Venid, benditos de mi Padre… porque conmigo lo hicisteis”.

Amén.

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