LECTURAS Y
REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE DIOS DE TODOS LOS DÍAS

Reflexión VI Domingo de Pascua
mayo 25

📘 Análisis bíblico-teológico: Juan 14,23-29
“Vendremos a él y haremos morada en él”
1. Contexto literario y teológico
El pasaje pertenece al discurso de despedida (Jn 13–17), específicamente al capítulo 14, que recoge las últimas enseñanzas de Jesús antes de su pasión. En él, el evangelista Juan articula una cristología elevada (Jesús como revelador del Padre), una incipiente trinitología relacional, y una fuerte espiritualidad de la presencia.
Este fragmento se encuentra inmediatamente después de la pregunta de Judas (no el Iscariote) en Jn 14,22: “Señor, ¿cómo es que te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?”, a lo cual Jesús responde con esta enseñanza que desarrolla la relación amor-palabra-presencia.
2. Estructura interna del texto
El texto puede organizarse en tres momentos teológicos:
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Morada de la Trinidad en el creyente (vv. 23-24)
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Promesa del Paráclito como maestro interior (v. 26)
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Paz y confianza en la hora de la partida (vv. 27-29)
3. Análisis exegético-teológico
a) El amor como condición de la inhabitación divina (vv. 23-24)
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.»
Este versículo revela el misterio de la inhabitación trinitaria en el alma del creyente. La palabra griega usada para “morada” es monē, que sólo aparece aquí y en Jn 14,2 (las moradas del Padre). Es decir, la morada escatológica comienza ya en la vida del creyente que ama y guarda la palabra.
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Teológicamente, esto expresa una relación dinámica: el amor a Cristo no es un sentimiento abstracto, sino obediencia a su palabra (tēn logon mou tēreisēi).
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El verbo “guardar” (tēreō) remite a una fidelidad activa, característica del discípulo verdadero (cf. Jn 8,31).
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En clave trinitaria, Padre e Hijo vienen juntos: se anticipa la unión mística del alma con Dios (cf. san Juan de la Cruz) y una eclesiología mística (Iglesia como espacio de inhabitación divina).
✧ Nota dogmática: Este pasaje es fundamental para la teología mística trinitaria y para la antropología teológica que concibe al hombre como morada de Dios.
b) El Espíritu Santo como maestro de la comunidad (v. 26)
«El Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os recordará todo lo que os he dicho.»
Este versículo contiene una de las más claras expresiones joánicas sobre la misión del Paráclito (Paraklētos). Aparece como enviado por el Padre en nombre de Jesús, lo que indica la continuidad entre el ministerio de Jesús y la acción del Espíritu.
Dos funciones esenciales:
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Enseñar todo: el Espíritu no trae un nuevo mensaje, sino que interioriza y profundiza el ya revelado por Jesús.
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Recordar: en griego hypomnēsei, más que una simple memoria, es una re-actualización viva. Es el fundamento teológico de la Tradición viva de la Iglesia (cf. Dei Verbum 8).
✧ Nota pneumatológica: Aquí el Espíritu se manifiesta como memoria viva de Cristo, garante de la fidelidad apostólica. Se configura como alma de la Iglesia que comprende la Escritura y actualiza la Palabra.
c) La paz pascual como don escatológico (vv. 27-29)
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde.»
La “paz” (eirēnē) que Jesús deja no es simple serenidad psicológica, ni ausencia de conflictos. Es el Shalom mesiánico: plenitud, reconciliación con Dios, comunión interior, fruto de la Pascua.
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Esta paz es don escatológico, nacido de la victoria de Cristo sobre el mal (cf. Jn 20,19).
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Es una paz que transforma el corazón temeroso y lo capacita para la misión.
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Jesús prepara a los discípulos para su “ida al Padre”, no como pérdida, sino como glorificación trinitaria.
✧ Nota cristológica: “El Padre es más que yo” no debe interpretarse en clave subordinacionista, sino como afirmación de la economía de la salvación: Jesús, en cuanto enviado, reconoce la primacía del Padre en la misión (cf. san Ireneo, Adversus haereses, IV,20).
4. Síntesis teológica
Este pasaje sintetiza tres pilares de la teología joánica:
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Cristología relacional: Jesús es el revelador del Padre. Su palabra es la palabra del Padre. La fe no se basa en teorías, sino en una relación de amor obediente.
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Trinitología existencial: Dios no se revela como un concepto abstracto, sino como presencia amorosa en el interior del creyente.
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Neumatología eclesial: El Espíritu no es un recuerdo sentimental, sino el maestro que guía, enseña y construye la comunidad creyente desde dentro.
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Eclesiología mística y dinámica: La Iglesia es la comunidad en la que habita la Trinidad, siempre guiada por el Espíritu, fundada en el amor obediente y movida por la paz pascual.
5. Relevancia pastoral
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Este Evangelio ofrece claves fundamentales para la vida espiritual: la inhabitación trinitaria como meta mística accesible ya desde ahora.
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Es una fuente para la catequesis sobre el Espíritu Santo, especialmente en preparación a Pentecostés.
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Invita a recuperar la centralidad del amor a la Palabra como criterio del discipulado auténtico.
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Brinda una visión de la Iglesia como comunidad pascual, habitada por la Trinidad y enviada al mundo con la paz de Cristo.