Introducción:

En este artículo se busca expresar, con claridad y ante todo honestidad, problemas presentes en nuestra sociedad de hoy, que ha caído en la burda comercialización y pérdida de significado del ser Humano, tanto que frente a esta sociedad hemos quedado postrados ante un sinfín de cosas banales y muchas veces carentes de sentido.

Antes de empezar quiero hacer una aclaración de términos. Cuando nos referimos a “Idolatría”, lejos de significar lo que para algunos movimientos “religiosos” iconoclastas significa (presente sobre todo en movimientos pseudo protestantes). La idolatría es el culto que se le ofrece a cualquier cosa que no sea Dios. En la Iglesia Católica se diferencia del término “dulía” que significa veneración (empleado para el respeto y devoción de los santos y la hiperdulía para hablar de la devoción especial que en la Iglesia se le tributa a la Virgen María), pero Latría que significa adoración, es el único culto reservado a la Santísima Trinidad. Ídolo es todo aquello que usurpa el lugar que merece Dios, en la antigüedad eran las estatuas de deidades, ellas las estatuas como tal, era donde creían se contenía la deidad en plenitud, eran un dios; bajo esta premisa uno puede entender las duras condenas que los libros del Antiguo Testamento ponen sobre esta práctica pagana, son “hechuras de manos humanas” (cfr. salmo 115).

Pero quiero ir más allá, en nuestra sociedad actual la palabra “amor” ha ido perdiendo su significado, porque la hemos trivializado, hoy decimos amar cualquier cosa, si se conoce una persona al día siguiente ya se le está diciendo “te amo”. Para los griegos el afecto tenia diferentes grados, el primero el más carnal se llamaba “eros” (hoy erotismo), el segundo un amor afectuoso de hermanos llamado “filo, filia” (muchas palabras como filantropía, filosofía, entre otras, provienen de esta palabra), y en el Nuevo Testamento encontramos la que supera a las dos que hemos visto, esta palabra rica en significado es “Ágape” el amor donativo, el amor de Cristo, el amor por excelencia, los invito a que busquen Juan 21, 15-19, Jesús pregunta a Pedro “¿me amas (agapas me) más que estos?” y Pedro le contesta “Señor tú lo sabes todo, tu sabes que te quiero (filo se)” este diálogo en el que se juegan estas dos palabras que significan amar uno con más intensidad que otro, es la pregunta de Jesús sobre la capacidad que tiene Pedro de dar la vida por él.

Podemos concluir en este momento, que nuestra sociedad actual ha perdido el sentido del amor, solemos ser mezquinos y falsos, de ahí una gran crisis en muchos matrimonios actuales, un amor sin fidelidad y sin eternidad.

Qué relación hay entre Idolatría y Amor, pues sólo quien es capaz de amar, con un amor superior y donativo es capaz verdaderamente de rendir adoración a Dios, quien es el amor supremo, ahora bien esa capacidad de amor y de entrega la estamos confundiendo con obsesiones, es decir el amor no sano que le tenemos a los animales, las personas, las cosas y hasta nosotros mismos.

Para muchos va a sonar de exagerado, irreverente y sobre todo polémico, lo que viene a continuación, me permito exponer algunas de las nuevas y no tan nuevas idolatrías a las que rendimos culto en nuestra sociedad moderna.

1. ZOOLATRÍA:
Esta palabra no es nueva, es usada para hablar del culto a los animales que aún hoy se conserva en muchas culturas de oriente (la adoración de la vaca en la India, los antiguos animales sagrados de los egipcios, verbum gratia).

¿Pero qué tiene que ver esta palabra con nuestro entorno? ¡Demasiado! ¡Qué culto tan descarado y sinvergüenza le estamos dando a las mascotas que tenemos en casa! Muchos perros reciben más atención que algunas personas, tienen ahora peluquería, spa, colegio, guardería. Se les está atributando valores antropomórficos a los animales (que merecen respeto, como lo merece todo ser vivo en el universo). Cuando una persona “animalista” pide respeto por los Toros que son sacrificados en las plazas, pero pide la muerte del torero, es allí cuando pienso que tenemos invertido la pirámide de valores (por supuesto que estoy totalmente en contra del maltrato animal, pero nunca pondré la vida de un animal por encima de la vida del ser Humano).

Cuando lloramos, nos desvivimos y hasta seriamos capaces de dar la vida por un animal, es cuando podemos estar seguros que hemos caído en un culto exagerado, hemos sido víctimas de la zoolatría, que se vende en todo lado, hasta en los productos cosméticos para perros y gatos. Si alguien se siente más indignado por un perro que vive en la calle que por un niño que muere de hambre, es un fiel caso de inversión de los valores, de relativización del principio de la vida, de falta de juicio y discernimiento.

¿Fundaciones para perros abandonados? Cuando en nuestros países subdesarrollados no hemos logrado superar la pobreza extrema. ¿Mascotas en vez de hijos? ¿Perros tratados como personas y personas tratados como perros? Llegaremos al punto de arrinconar al hombre para darles lugar a los animales. Es cierto que vivimos una crisis de consumo frente a los animales de granja, que viven en situaciones desafortunadas, que estamos siendo descarados en la destrucción de nuestro planeta y todo ser vivo, pero los animales domésticos están siendo sobrevalorados y esta situación nos está llevando a rendirle culto a los animales en nuestros hogares; tristemente el valor de la vida animal es también cuestión de estética, aquellos animales que son considerados “feos” son eliminados indiscriminadamente.

Gracias a la proliferación de los medios de comunicación es que podemos ver cómo existen personas zoocentristas, basta con entrar a las redes sociales y ver que de cada cinco publicaciones dos tiene que ver con animales.

2. PAIDOLATRÍA:
Paidós (niños en griego de allí proviene pedagogía), de pronto esta es la más complicada para entender en este rating de ídolos.
En las clases medias altas de nuestra sociedad y en las clases ricas, existe una formación inadecuada hacia los hijos, están creciendo sin la capacidad de frustración, sencillamente porque todo se les está dando, sólo basta con llorar y hacer un berrinche y los papás corren a buscar lo que está pidiendo. Diferente en las familias pobres donde existe una capacidad de adaptación a las circunstancias, por tanto, este problema de paidolatría es también un fenómeno socio- económico.

Es muy común escuchar frases como “te adoro hijo”, no hemos hecho conciencia de lo que decimos, ni de la manera que nos comportamos, en nuestra sociedad superficial, materialista, creemos que dar “lo mejor” a los hijos es llenarlos de cosas materiales, estamos creando en los futuros hombres y mujeres un grado de insatisfacción, todo se ha dado y perdemos la capacidad de asombro. Hemos convertido los hijos en un objeto más de consumo, todo el comercio abrupto que gira entorno a los primeros años de la vida del hombre es a mi parecer innecesario y súper saturado. Que daño tan grande estamos haciendo al futuro de la sociedad cuando arrebatamos a los niños y jóvenes de la capacidad de frustración, son las personas que no son capaces de recibir un “no” como respuesta, que entran en crisis cuando no se les da las cosas como querían.

Debemos proteger la infancia, evitar el uso de la violencia para formar a los hijos, la mejor escuela para que los hijos aprendan el respeto es la familia, y los mejores maestros son los padres que educan y forman con el ejemplo. Pero de la casa se aprende la mentira, las groserías, el irrespeto, etc. ¿Cómo? Con el ejemplo. Un justo medio para formar a los hijos, ellos no son “un dios” no podemos invertir los valores familiares, no podemos dejar que sean ellos quienes tomen la decisiones ni muchos menos que aprendan que manipulando se logran las cosas, nunca es sano dar todo lo que piden.

El fenómeno actual es aterrador, acostumbro escuchar mucho lo que me rodea mientras viajo en un bus o mientras voy caminando por la calle, y algunas conversaciones son inevitables de escuchar, una madre rogándole a la hija que comiera de los productos que había mercado y otra contando la anécdota que duró dos horas convenciendo a su pequeña hija de que se pusiera unos zapatos; me inspiró bastante, para comprender que gracias a la mala formación que tienen los padres de hoy, existe un apego mal sano, una enfermedad social que nos llevó a perder las funciones que cada uno tiene en la familia. En algún momento tuve la oportunidad de dictar una conferencia a padres de familia que titule “ocupa el puesto que te corresponde”, de rodillas ante los niños hemos inyectado en ellos la enfermedad consumista del sistema que nos gobierna y que desde la tierna infancia nos hace volver el sistema infalible y perdemos el sentido crítico para poner en duda todo lo establecido, por lo tanto desde la infancia hemos sido adoctrinados a este sistema gracias a nuestros padres.

3. ANTROPOLATRÍA:
El culto a las personas se ha vuelto “pan de cada día” en el modo como usamos el lenguaje para referirnos a ciertos individuos; gracias a lo que ha hecho la cultura y los MCS con ciertos personajes que llamamos públicos, famosos o poderosos, detrás y delante de ellos hay un culto, generando la euforia, para terminar ejerciendo un cierto control o poder sobre sus adeptos.

Vamos a desmenuzar la idea en torno a dos principios: el primero, el uso incorrecto del lenguaje. Cuando le decimos a otra persona “yo te adoro”, “sin ti no puedo vivir”, “tú eres mi ídolo”, algo que en el común de nuestros días escuchamos o decimos, son expresiones que tienen una connotación muy fuerte, hacen parte por supuesto de la pérdida del sentido de la palabra, hoy se dice cualquier cosa sin saber lo que significa. Y el segundo principio es el modo que nos compartamos frente a los que son considerados ídolos, ya sea porque se destacan en la música, en el deporte, en el arte o inclusive en la política.

Estas personas gozan de cierta infalibilidad entre los adeptos más fanáticos, encontramos el caso de los caudillos políticos, o los líderes de los gobiernos autoritarios o dictatoriales de corte socialista. Este culto desenfrenado ha generado un adoctrinamiento social que influye en la forma como nos relacionamos en el mundo político, el uso de íconos, eslogan y la imagen de un político incluso comparado con textos o personajes bíblicos. El efecto es una alteración del subconsciente, generando cierto grado de amor irracional que termina en la proclamación de “credos” que llevan a la sumisión absoluta.

Los movimientos políticos o ciertos sectores económicos usan a su favor y acomodo enemigos comunes, muchas veces alterando la verdad o que en definitiva son totalmente ficticios, que les permiten perpetuarse en el poder ante el temor irracional que esos “demonios” lleguen a ocupar el puesto privilegiado que ellos tienen.

Los poderes económicos que están detrás del fútbol han generado, gracias a la comercialización y burda propaganda, todo un fenómeno religioso en torno a este deporte, movimientos más radicales que otros, conocidos como barras bravas o hinchas, han idealizado tanto a los deportistas que en muchos lugares son vistos como “pequeños dioses”. Este fenómeno ha calado muy bien en los corazones de algunas personas que han vivido una clara descristianización en sus países. La ausencia del valor religioso ha dado paso a que muchos estadios de fútbol se conviertan en los templos modernos, donde se celebra además de un gol, la irrupción del fenómeno social del deporte, generando todo una efervescencia psicológica. También se usan los “credos”, que ya he mencionado, para dar fuerza al rito y volverlo infalible, es por eso que muchos no puede entender hoy una vida sin fútbol.

Los extremos idolátricos que ha generado el fútbol, ha despertado tal euforia que después de un partido, hay actos vandálicos, destrucción irracional del entorno y hasta la muerte de seguidores. Ya no se muere por Cristo, sino por un gol. Por supuesto que el deporte no es malo, debemos recuperar el espacio correcto de este y otros deportes, en donde puede suceder lo mismo.

Los cantantes, actores y demás famosos que adquieren un estatus social muy alto, generan fanaticadas que idolatran, y ellos mismos identifican a su cantante o artista favorito cómo un ídolo, este fenómeno es tan grave que se desarticula la persona humana y moral de la persona artística; por ejemplo hasta su muerte Diomedes Díaz (cantante colombiano) gozó de fanáticos que lo lloraron y nunca dudaron de él, ni siquiera cuando estuvo en la cárcel por homicidio. Diomedes es un claro ejemplo de un hombre que llevaba una vida totalmente desordenada (no se sabe con precisión cuantos hijos y con cuantas mujeres tuvo y estuvo, tenía un problema con el alcohol y además era drogadicto), curiosamente la opinión pública no le pide a los “ídolos” dar un ejemplo a la sociedad, gozan de tanta infalibilidad que pueden, como hemos visto, llevar una vida totalmente desorganizada y aun así llenar estadios y contar con personas que corean su nombre.

La antropolatría moderna es todo un fenómeno que es necesario analizar con lupa, tiene implicaciones claramente cultuales, se les rinde homenaje, se les adora en un escenario y usan al sistema consumista para perpetuarse y manipulan el lenguaje para invertir los valores, a través de las canciones se propagan ideas contrarias a la moral y las buenas costumbres. No todos los músicos generan la misma euforia, hay quienes tardan mucho en lograr poseer adeptos que usen su nombre como gentilicio.

4. EGOLATRÍA:
El termino egolatría es usado por los psicólogos, es atribuido a personas con tendencia narcisista. Pero nos enfocaremos para hablar del desmedido culto al cuerpo, de la cultura fitness que disfrazada de “salud” ha puesto en el filo de la vida a miles de personas alrededor del mundo, que obsesionadas con su cuerpo se han sometido a múltiples y costosas cirugías Los modelos físicos que reinan en el mundo occidental han idealizado ciertos tipos de personas con rasgos característicos que son consideradas hermosas, las medidas del cuerpo ideal, la forma de la nariz y hasta el color de los ojos han generado un deseo ferviente de parecerse más a otros.

Con este deseo de “ser normal” hemos perdido la singularidad del ser humano, lo diferente de cada uno. Felipe en un diálogo con Mafalda le dijo: “yo no quiero hacer parte del montón” a lo que Mafalda responde en su interior: “otro más que se une al grupo de los que no quieren ser parte del montón”. Independientemente del modelo antropológico que queramos imitar estamos siendo parte de una multitud de patrones que copiamos de otro como en un círculo vicioso.

Ante el miedo que causa la muerte, el hombre y la mujer de hoy, luchan por permanecer siempre jóvenes. El enfermizo deseo de no envejecer ha dejado personas infelices por todo lado, llenas de cosas por fuera pero vacías por dentro. En el mundo actual, vemos un comercio excesivo de cosméticos, el cuerpo humano es usado para vender productos, desde la ropa hasta lo que se consume, existe hoy en día más vitaminas en un jabón que en un alimento, el cuerpo humano se volvió objeto de sí mismo, es difícil comprender el culto que cada uno se ha dado a sí mismo. Todo empezó cuando empezamos a rechazar todo lo que no es cómodo, todo lo que no nos hace felices y todo lo que no nos satisface, por eso la visión antropológica de hoy es sin duda una visión de bienestar perpetuo, donde la ascesis y la mortificación están vistas bajo sospecha.

“Yo mismo me he convertido en un dios, yo mismo he relativizado los principios morales y los he adecuado para que sirvan a mis convicciones, yo mismo he creado mi entorno, yo mismo me he formado y aunque lejos de volverme una religión yo me he convertido en mi más fiel seguidor”

5. HYLELATRÍA
Fue un poco complicado encontrar una palabra que albergara el conjunto de cosas que en el mundo cumplen con las características de ser objeto de un “amor desordenado”, es decir, un objeto que es adorado. La palabra Hyle tiene su origen en Aristóteles, él la usó para referirse al cúmulo de cosas visibles que son objeto de nuestro entendimiento, pero que originalmente se usaba para referirse a la madera o la leña (materiales de construcción).

Esta adoración de las cosas materiales, en nuestra sociedad actual, ha adquirido unas características comunes. En primer lugar son caducas (pierden muy fácil el valor en el tiempo), frágiles y tienen un valor adquisitivo alto, lo que genera de algún modo un esfuerzo para adquirirlo. El desorden radica en que muchos de los objetos están siendo usados como sujetos, se les da nombre, se les hace duelo cuando se pierden o se dañan, y generan en algunas personas una relación enfermiza de dependencia.

Hablemos con ejemplos, el más común de todos es el celular, de manera especial los de alta gama que superan el millón y medio de pesos colombianos (500 dólares aproximadamente), en los países europeos o norteamericanos adquirir equipos de alta gama no es tan difícil como lo es en países latinoamericanos; el teléfono celular cumple todas las características que mencionamos anteriormente, ya mencionamos los valores económicos elevados, su caducidad (se vuelven obsoletos muy rápido) y requieren cuidado (son frágiles). Existe en el mundo una obsesión por adquirir y el dinero, que siempre se ha considerado “un dios”, ha pasado a ser un medio para adquirir cosas.

Esta obsesión por poseer objetos de valor (de marca) ha generado cierto apego y fanatismo, ha absorbido nuestros espacios y nuestros tiempos, y podemos ver como esta oleada de adquirir bienes sigue impidiendo el seguimiento cristiano. “Anda y vende todo lo que tienes” este imperativo de Cristo, sigue siendo una característica del verdadero cristiano que sabe renunciar a poner en los objetos materiales el corazón, “donde está tu corazón allí está tu tesoro”

Hoy también estamos viviendo una crisis ambiental por culpa de la sociedad de descarte, el uso y el desuso ha llevado a una contaminación sin precedentes en la historia de la humanidad; los valores actuales están invertidos y existe una clara relativización que ha llevado a una lucha salvaje por poseer. La crisis religiosa que vivimos actualmente y la oleada de individualismo han dejado a la humanidad en la orilla del consumismo, que mantiene a las personas atadas al sistema económico que no se ha puesto en duda. Ese sistema es el dios inefable, con una estructura tan fuerte que es casi imposible revelarse contra él, está protegido por una serie de credos que se sostienen como artículos de fe y esto ha llevado a consolidar la antropología propia de este sistema: el individualismo.

El uso del Evangelio lo ha dejado contaminado con este modelo económico, como dijimos anteriormente se habla de un “evangelio de prosperidad” una visión de Cristo que da beneficios económicos a quién pide con fe y aporta donaciones para mantener su “obra terrena”. Desintoxicar a los que se hacen llamar cristianos y que ven en Jesús un profeta que avala a los ricos por encima de los pobres, y que está de acuerdo con el sistema económico imperial, que favorece el individualismo y que muestra una clara discriminación por los que no están dentro de los parámetros morales y sociales, y que es un dispensador de milagros, un taumaturgo que ha abandonado este mundo que lo espera expectante para que a su regreso destruya a quienes están en su contra. Es tan difícil hacer un cambio de lenguaje, que hemos quedado sometidos a una visión disfrazada de Dios.

A manera de Conclusión:
Finalmente, existe un problema relacionado al “dar culto”. Hasta este momento sólo hemos podido esbozar la realidad de adoración, estrechamente vinculada con la fuerza de amar. El culto no necesariamente requiere de un lugar, es decir, un templo, aunque en la sociedad actual existan lugares donde se vive con más intensidad estas nuevas y no tan nuevas idolatrías, se requieren líderes, que hagan las veces de profetas y se necesitan credos “libros” o pensadores que ayuden a mantener esa verdad, todos de alguna manera estamos tristemente sometido a un círculo vicioso que nos ha despojado de Dios, que nos ha tumbado hacia dos extremos igualmente malvados, el moralismo solapado y el relativismo ateo. Vivimos una crisis del lenguaje, porque no dimensionamos las palabras, porque desconocemos su real significado o porque trivializamos su sentido, porque en una sociedad que no lee es difícil expresar en la era de los iconos la profundidad de la palabra.

Pero no hay por qué perder la esperanza, hay quienes adoran a Dios con toda su fuerza y todo su corazón, porque han comprendido que el Reino de Dios no es un lugar hacia dónde vamos, sino un lugar que construimos. A las voces de todos los tiempos nos unimos en este momento de la historia para que juntos sin distinción clamemos en acción de gracias a aquel que en este mundo nos ha puesto para “amarnos los unos a los otros” dando culto a Dios desde el compartir y desde la donación hacia el otro, liberándonos de tantas cosas innecesarias que nos hacen perder el tiempo y la conciencia de estar en el mundo.

Jesús el “Señor del Sábado” nos recuerda que es necesario ser como los niños para entrar en la dinámica del Reinado de Dios, quién logra liberarse de las preocupaciones del mundo; ha logrado entregar sus fuerzas para hacer de este mundo un lugar más humano. El Dios que adoro en mi interior y en el silencio “de mi habitación”, es decir en el silencio que le urge hablar al mundo, es el mismo Dios que adoro en medio de la comunidad que se reúne para celebrar una fe común y que comparte con un mismo corazón y un mismo sentir las necesidades de todos (cfr. Hch. 4, 32). El movimiento iniciado por Jesús sigue siendo profético en medio de un mundo que vive confundido, el Papa Francisco nos ha pedido ponernos de píe y ser capaces de denunciar ese demonio que entra por nuestros bolsillos, que nos hunde en el individualismo y que nos hace rechazar al hermano (“ese hijo tuyo” Lc. 15, 30).

Por: Andrés Felipe Rojas Saavedra, CM

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Por P. Andrés Felipe Rojas, CM

Sacerdote Misionero de la Congregación de la Misión, Provincia de Colombia. Fundador y Director de Corazón de Paúl. Escritor de artículos de teología para varias paginas web, entre ellas Religión Digital. Autor de varias novenas y guiones litúrgicos. Actualmente párroco del Santo Cristo de Guaranda (Sucre)

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