LAUDES

Día 25 de enero

CONVERSIÓN DE SAN PABLO, APÓSTOL
Aniversario de la fundación de la Congregación de la Misión
Fiesta

Hoy se recuerda la fundación de la Congregación de la Misión, según una costumbre transmitida por San Vicente, quien en esta misma fecha predicó un sermón sobre la confesión general en la aldea de Folleville, el año 1617, viendo en él el comienzo de la obra de las misiones populares y de la misma Congregación.

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Invitatorio, ant.: Alabemos al Señor, nuestro Dios, que ha convertido a San Pablo al Evangelio y ha llamado a San Vicente a servir a los pobres.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona invitatorio: Alabemos al Señor, nuestro Dios, que ha convertido a San Pablo al Evangelio y ha llamado a San Vicente a servir a los pobres.

Himno

Si derribado caíste,
fue para elevarte más.

De hoy por siempre seguirás
al Cristo que perseguiste.
Ruega por mí, ciego y triste,
que Saulo de errores fui.
Si en el pecado me hundí, 
pueda seguirte en tu vuelo. 
Desde el fulgor de tu cielo,
san Pablo, ruega por mí. 

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Ant. 1. «¿Quién eres, Señor?» «Soy Jesús, a quien tú persigues. Peor para ti si das coces contra el pincho».

Salmo 18 A

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona
la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe,
a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. «¿Quién eres, Señor?» «Soy Jesús, a quien tú persigues. Peor para ti si das coces contra el pincho».

Ant. 2. Ananías, ve y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando; es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas. 

Salmo 63 – SÚPLICA CONTRA LOS ENEMIGOS

Escucha, ¡oh Dios!, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme de la conjura de los perversos
y del motín de los malhechores:

afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.

Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: «¿Quién lo descubrirá?»
Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.

Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.

Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.

El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Ananías, ve y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando; es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas. 

Ant. 3. Pablo se puso a predicar en las sinagogas, demostrando que Jesús es el Mesías. 

Salmo 96 – EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3. Pablo se puso a predicar en las sinagogas, demostrando que Jesús es el Mesías. 

PRIMERA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 1, 11-24

Os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es cosa humana; y no lo recibí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.

Habéis oído hablar de cómo me portaba yo en otro tiempo en el judaismo: cómo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios y la devastaba; cómo, en el celo por el judaismo, iba más allá que muchos compatriotas de mi edad y me mostraba celoso partidario de las tradiciones paternas.

Pero, cuando aquel que me eligió desde el seno de mi madre me llamó por su gracia y tuvo a bien revelarme a su Hijo para que lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin pedir consejo a hombre alguno y sin subir a Jerusalén para hablar con los que eran apóstoles antes que yo, partí hacia Arabia, de donde luego volví a Damasco. Tres años más tarde, subí a Jerusalén a visitar a Cefas, y estuve con él quince días. No vi a ninguno otro de los apóstoles, fuera de Santiago, el hermano del Señor. Por el Dios que me está viendo, que no miento en lo que os escribo.

Después vine a las regiones de Siria y de Cilicia, pero las Iglesias de Judea, que están en Cristo, no me conocían personalmente. Sólo oían decir: «El que antaño nos perseguía ahora va anunciando la Buena Nueva de la fe, que en otro tiempo quería destruir.» Y glorificaban a Dios, reconociendo su obra en mí.

RESPONSORIO cfr. Gal. 1, 11-12; 2 Cor 11, 10.7

V/ El Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

R/ Yo no lo he recibido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

V/. Por la verdad de Cristo que poseo, os anuncié el Evangelio de Dios.

R/. Yo no lo he recibido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

SEGUNDA LECTURA

De las conferencias espirituales de San Vicente de Paúl.

(Conferencias a los misioneros, Xl, 326-327, 669-700)
Origen de la Congregación de la Misión.

Me llamaron un día para que fuera a confesar a un pobre gravemente enfermo, que pasaba por ser el mejor o de los mejores de la aldea. Resultó, sin embargo, estar cargado de pecados, que jamás había tenido el valor de confesar, pues así lo declaró más tarde ante la Señora del General de las Galeras. Dijo: “Señora, me hubiera condenado si no hubiera hecho confesión general; tenía pecados graves que jamás me había atrevido a confesar”.

Ocurría esto en enero de 1617, en la fiesta de la conversión de San Pablo, o sea, el 25 de ese mes, en que quiso esa dama que predicase en la Iglesia de dicha aldea, Folleville, recomendando a todos la confesión general. Lo hice así. Les demostré su importancia y utilidad; luego les enseñé el modo de hacerla debidamente y, en atención a la confianza y buena fe de esta dama (pues el número y enormidad de mis faltas hubieran impedido el fruto de semejante acción), Dios bendijo este sermón. Toda aquella buena gente se dejó conmover y venía a hacer confesión general. Seguí instruyéndoles y disponiéndoles a los sacramentos y me puse a escucharlos. Acudían en tal número, que ya no nos bastábamos otro sacerdote que me ayudaba y yo, por lo que mandó dicha señora recado a los jesuitas de Amiens para que se nos sumaran en la predicación, catequesis y administración de la penitencia.

El éxito obtenido nos alentó a hacer otro tanto a lo largo de varios años en las demás parroquias de la señora de Gondi, quien finalmente decidió sostener a algunos sacerdotes que dieran misiones y puso a nuestra disposición para este fin el colegio de “Bons Enfants” a donde nos trasladamos el P. Portail y yo, junto con un buen sacerdote al que pagábamos cincuenta escudos por año. Los tres salíamos a predicar y dar misiones de aldea en aldea. Al salir dábamos la llave a un vecino o le rogábamos fuese a dormir a nuestra casa. A todo esto yo no tenía sino un solo sermón que modificaba de mil maneras: “El temor de Dios”. Ese era nuestro proceder, pero Dios llevaba a cabo lo que tenía previsto desde siempre y bendecía nuestra labor. Algunos buenos eclesiásticos que lo vieron se nos unieron y pidieron permanecer con nosotros. ¡Oh Salvador, Salvador! ¿Quién hubiera pensado jamás en llegar al punto en que hoy nos hallamos? Si alguien me lo hubiera dicho entonces, hubiera creído que se burlaba de mí, y, sin embargo, era así como Dios quería comenzar lo que estan viendo.

RESPONSORIO 1 Cor 1, 17-18.21

V/ Cristo me envió a anunciar el Evangelio, no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. El mensaje de la cruz es locura para los que están en vías de perdición, pero es fuerza de Dios para los que están en vías de la salvación.

R/ El mensaje de la cruz es locura para los que están en vías de perdición, pero es fuerza de Dios para los que están en vías de la salvación.

V/ Porque por el camino de la sabiduría el mundo no conoció a Dios, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los creyentes.

R/ El mensaje de la cruz es locura para los que están en vías de perdición, pero es fuerza de Dios para los que están en vías de la salvación.

ORACIÓN

Señor Dios nuestro, principio y corona de la vocación humana, que, en su conversión, elegiste al Apóstol San Pablo para llevar tu nombre al mundo y, por el celo de San Vicente de Paúl, suscitaste en este día, con providencial designio una familia espiritual para la evangelización de los pobres; concédenos seguir fielmente el camino de tu llamada e, imitando la acción laboriosa del Apóstol de las gentes, anunciar con valentía el Evangelio de la verdad y la paz. Por nuestro Señor Jesucristo.

INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Antífona invitatorio: Alabemos al Señor, nuestro Dios, que ha convertido a San Pablo al Evangelio y ha llamado a San Vicente a servir a los pobres.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona invitatorio: Alabemos al Señor, nuestro Dios, que ha convertido a San Pablo al Evangelio y ha llamado a San Vicente a servir a los pobres.

Himno

Gloria a ti padre augusto del pobre,
gloria a ti servidor del Señor
porque en ti se cumplió la promesa,
de ensalzar a quién siempre sirvió.

Fuiste tú instrumento de Cristo de
su paz, de su inmensa bondad
y doquiera mostraste tu rostro,
rostro fiel de una gran caridad.
Los pequeños sin madre ni afecto,
los ancianos sin techo ni pan,
los enfermos mendigos y presos,
en ti hallaron amor y verdad.

También hoy nuestro pueblo
reclama más que pan, el amor
fratemal, el respeto, la paz, la
justicia, garantías que da la igualdad.
Danos, pues, el sentido del pobre,
que intuye cualquier aflicción; y un
amor generoso, afectivo, que nos
lleve a aliviar su dolor.

No se trata de fría limosna, que
degrada y no es solución; ayudemos
al hombre a que sea el agente de su
promoción. Este mundo que sufre
angustiado desamor, egoísmo y
rencor, necesita de ti San Vicente y
en nosotros te tiene que hallar.

Ó

Himno

¿Cómo has logrado, Señor,
este cambio nunca visto:
de Saulo, el perseguidor,
en Pablo, heraldo de Cristo?

Pablo muele en su molino
el Antiguo Testamento,
Cristo le sale al camino,
le arrastra en su seguimiento.

Siempre la Iglesia recibe,
como un eco del Señor,
las cartas que Pablo escribe,
dictadas por el amor.

Infatigable viajero,
recorres la tierra entera,
apóstol y misionero
hasta el fin de tu carrera.

Como una flecha bruñida,
vas a la meta, de suerte
que sólo Cristo es tu vida,
y una ganancia la muerte.

Descúbrenos la victoria
de Jesús crucificado,
para compartir la gloria
del Señor resucitado. Amén.

Ant 1. Sé en quien me he fiado y estoy firmemente persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio. 

SALMO 62, 2-9 – EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant 1. Sé en quien me he fiado y estoy firmemente persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio. 

Ant 2. Te basta mi gracia,  Pablo; la fuerza se realiza en la debilidad. 

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR – Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant 2. Te basta mi gracia,  Pablo; la fuerza se realiza en la debilidad. 

Ant 3. La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.

Salmo 149 – ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant 3. La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.

LECTURA BREVE Hch 26, 16b-18

Me he dejado ver de ti para hacerte siervo mío y testigo de la visión en que me has visto y de otras que te manifestaré. Yo te sacaré de todos los peligros que te vengan de tu nación y de los gentiles. A éstos te envío ahora para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, del poder de Satanás a Dios; para que por la fe en mí reciban el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los justos.

RESPONSORIO BREVE

V. Tú eres un instrumento escogido, apóstol san Pablo.
R. Tú eres un instrumento escogido, apóstol san Pablo.

V. Predicador de la verdad en todo el mundo.
R. Apóstol san Pablo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Tú eres un instrumento escogido, apóstol san Pablo.

Benedictus, ant.: Celebremos la conversión del Apóstol San Pablo, que de perseguidor pasó a ser un instrumento elegido.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Benedictus, ant.: Celebremos la conversión del Apóstol San Pablo, que de perseguidor pasó a ser un instrumento elegido.

PRECES

Recordando la conversión del Apóstol San Pablo y el inicio de la Congregación de la Misión, demos gracias a Dios Padre y presentémosle nuestras necesidades diciendo:

Bendice y protege a tu familia, Señor.

Bendice, Señor, a tu Iglesia edificada sobre el cimiento de los apóstoles,
-y haz que nos integremos en la unidad.

Haz, Señor, que siguiendo la vocación de San Vicente de Paúl, nos veamos llenos del espíritu de Cristo,
-para que Él sea nuestra Regla y el centro de nuestras vidas y tareas.

Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las criaturas están llenas de tus perfecciones,
-para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.

Concédenos vivir como auténtica comunidad fraterna al ejemplo de la comunidad apostólica,
-y así hagamos realidad la comunidad de “amigos que se quieren bien” en cada momento de nuestra vida.

Tú que has constituido a María, la Virgen Inmaculada como maestra de vida espiritual,
-haz que la contemplemos e imitemos viviendo el misterio de la salvación desde el coraje apostólico, la confianza y el amor.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Con la confianza que nos da nuestra fe, acudamos ahora al Padre, diciendo como Cristo nos enseñó:

Padre nuestro…

ORACIÓN

Señor Dios nuestro, principio y corona de la vocación humana, que, en su conversión, elegiste al Apóstol San Pablo para llevar tu nombre al mundo y, por el celo de San Vicente de Paúl, suscitaste en este día, con providencial designio una familia espiritual para la evangelización de los pobres; concédenos seguir fielmente el camino de tu llamada e, imitando la acción laboriosa del Apóstol de las gentes, anunciar con valentía el Evangelio de la verdad y la paz. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: TAN CERCA, SAULO, DE NOSOTROS

Tan cerca, Saulo, de nosotros,
de nuestras mordeduras,
de nuestros viejos odios
y de nuestras ternuras.

Cerca de nuestras ansias,
lejos de nuestros pasos,
de nuestras veleidades
y de nuestros fracasos.

Dinos que Cristo en cruz
es todo: pena y gozo,
tu enseñanza y tu gloria,
tu lucha y tu reposo.

Que al corazón que a toda
decisión está listo,
todo es estiércol, todo,
para ganar a Cristo. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

Salmo 115 – ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

Ant 2. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien dio el crecimiento.

Salmo 125 – DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien dio el crecimiento.

Ant 3. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. 

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN – Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. 

LECTURA BREVE 1Co 15, 9-10

Yo soy el menor de los apóstoles, indigno del nombre de apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios. Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia que él me concedió no quedó infecunda en mí. He trabajado con más afán que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.

RESPONSORIO BREVE

V. Te alabaré, Señor, de todo corazón. 
R. Te alabaré, Señor, de todo corazón. 

V. Daré gloria a tu nombre entre los gentiles.
R. De todo corazón.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te alabaré, Señor, de todo corazón. 

Magníficat, ant.: Apóstol San Pablo, anunciador de la verdad y maestro de los gentiles, intercede por nosotros ante Dios, que te ha elegido.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Magníficat, ant.: Apóstol San Pablo, anunciador de la verdad y maestro de los gentiles, intercede por nosotros ante Dios, que te ha elegido.

PRECES

Nuestra vocación es una llamada a seguir a Cristo que anuncia el Evangelio a los más pobres. Con confianza acudamos al Dueño de la Mies y presentémosle nuestras súplicas diciendo:

Haznos auténticos mensajeros de tu Evangelio.

Padre santo, que quisiste que tu Hijo, resucitado de entre los muertos, se manifestara en primer lugar a los apóstoles,
-haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.

Padre santo, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,
-haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las criaturas.

Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
-danos también a nosotros, que seguimos sus huellas imitando el ejemplo de San Vicente de Paúl, sembrar tu semilla con nuestro trabajo, para que, alegres, demos fruto con nuestra perseverancia.

Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
-haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Abre a nuestros hermanos difuntos los brazos de tu misericordia,
– y admítelos con María y todos los santos en la gloria del Paraíso.

Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:

Padre nuestro…

 

ORACIÓN

Señor Dios nuestro, principio y corona de la vocación humana, que, en su conversión, elegiste al Apóstol San Pablo para llevar tu nombre al mundo y, por el celo de San Vicente de Paúl, suscitaste en este día, con providencial designio una familia espiritual para la evangelización de los pobres; concédenos seguir fielmente el camino de tu llamada e, imitando la acción laboriosa del Apóstol de las gentes, anunciar con valentía el Evangelio de la verdad y la paz. Por nuestro Señor Jesucristo.

Por P. Andrés Felipe Rojas, CM

Sacerdote Misionero de la Congregación de la Misión, Provincia de Colombia. Fundador y Director de Corazón de Paúl. Escritor de artículos de teología para varias paginas web, entre ellas Religión Digital. Autor de varias novenas y guiones litúrgicos. Actualmente párroco del Santo Cristo de Guaranda (Sucre)

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