Día 26 de Abril
TRASLACIÓN DE LAS RELIQUIAS DE
SAN VICENTE DE PAÚL
Memoria

Hoy se conmemora la traslación del cuerpo de San Vicente de Paúl. Oculto desde el comienzo de la Revolución Francesa, fue llevado desde la catedral de Nuestra Señora de París hasta la nueva Iglesia de los Misioneros de la Congregación de la Misión.

Traslación que tuvo lugar el 25 de abril de 1830, gracias al auspicio del arzobispo Jacinto Luís de Quelen. Siendo un universal reconocimiento del amor hacia los pobres que Dios puso en el corazón de San Vicente de Paúl. Precisamente, entre la muchedumbre que lo acompañaba, se destacaba la presencia abundante de huérfanos y de toda clase de pobres.

Himno

Enséñanos a amar, Vicente de Paúl,
al pobre nuestro hermano,
como lo amaste tú.

No sabemos sufrir con los que sufren,
rehusamos llorar con los que lloran,
ignoramos la voz que nos suplica,
y la mano que hambrienta nos implora.

Acallamos a veces entre rezos
el clamor de los pobres que nos gritan
con palabras de Cristo en su Evangelio
que sólo es el amor lo que da la vida.

Vicente de Paúl que descubriste
a Cristo desvalido entre los pobres,
que a la luz de tu vida descubramos
que ellos son nuestros amos y señores.

OFICIO DE LECTURA
Del común de Pastores.

SEGUNDA LECTURA

De las conferencias espirituales de San Vicente de Paúl.
(Conferencia a los misioneros, XI, 552-553-554)

Sobre la Caridad: Ministros del inmenso y paternal
amor de Dios.

La caridad obliga; es un precepto divino que abarca otros muchos. Todos saben que en el amor a Dios y al prójimo están comprendidas la ley y los profetas. Todo se refiere a eso; y este amor tiene tanta fuerza y prestancia, que quien lo posee cumple los preceptos de Dios, porque todos se refieren a este amor, y este amor mueve hacer cuanto Dios pide: “quien ama al prójimo, cumple la ley”.

Ahora bien, eso no afecta solo al amor de Dios, sino también al amor al prójimo por amor de Dios; nótenlo, por amor de Dios; esto es tan grande que no lo puede comprender la inteligencia humana; es preciso que nos iluminen luces de lo alto para hacernos ver la altura, vastedad y excelencia de este amor. Para grabar estas verdades en nuestras almas, para dirigir nuestra vida según este espíritu, y para realizar las obras de este amor, hemos de entregarnos a Dios. Nadie en el mundo hay más obligado a esto que nosotros. Ni hay otra comunidad que haya de aplicarse más a la práctica sensible de una caridad cordial. ¿Por qué? Porque Dios suscitó esta pequeña compañía, como todas las demás, por su amor y complacencia. Todas se proponen amarle y le aman de diferentes maneras: los cartujos a través de la soledad, los capuchinos a través de la pobreza, otros a través de cantos y alabanzas, y nosotros hermanos míos, si tenemos amor, hemos de mostrarlo haciendo que cada cual ame a Dios y a su prójimo, que ame al prójimo y a Dios por el prójimo.

Dios nos escoge como portadores de su caridad inmensa y paternal, para que ésa se instaure y difunda en las almas. Ojalá comprendiéramos en qué consiste semejante empresa. Nunca lo comprenderemos en esta vida, pues si lo comprendiéramos, ¡de qué manera tan diferente obraríamos, por lo menos yo, miserable de mí!

Consiste pues nuestra llamada en ir, no a una parroquia, ni sólo a una diócesis, sino por toda la tierra. Y ¿con qué propósito? Para rodear de amor el corazón humano, hacer lo que hizo el hijo de Dios, que vino a poner fuego al mundo para inflamarlo en su amor. ¿Qué hemos de desear, sino que arda y se consuma todo él?

Reflexionemos, hermanos míos, sobre todo esto, se los ruego. No sólo tengo por misión amar a Dios, sino hacerlo amar. No basta que yo ame a Dios si mi prójimo no le ama. He de amar a mi prójimo como a imagen de Dios y objeto de su amor, y obrar de suerte que todos a su vez amen al Creador, pues éste los conoce y reconoce como hermanos y los salva, y que se amen entre sí por amor de Dios, quién los amó tanto que por ellos entregó su propio Hijo a la muerte.

RESPONSORIO

R/ Hemos creído en el amor que tiene Dios en nosotros, *el que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él.

V/ Amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. *El que permanece en el amor.

LAUDES
Ant. 1. Que tus sacerdotes, Señor, se vistan de justicia y se alegren tus santos.

Ant. 2. Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor; siervos del Señor entonen un himno a Dios.

Ant. 3. Le concedió en la celebración de lo santo dignidad, por eso su memoria será bendita.

Benedictus, ant.: Amigo de los pobres, consuelo de los que sufren, San Vicente nos revela el corazón de Dios. Aleluya

VÍSPERAS
Ant. 1. Repartió y dio a los pobres, su justicia permanecerá por siempre.

Ant. 2. Feliz al que has elegido, Señor: habitará en tus atrios.

Ant. 3. El Señor le otorgó celebridad eterna y le hizo heredero de un nombre eterno.

Magníficat, ant.: Saciaré de pan a los pobres de Sión, a sus sacerdotes los vestiré de salvación, y sus santos saltarán de alegría.

PRECES

Bendigamos llenos de alegría, al Padre que encomendó a Cristo un mensaje liberador para los pobres, y digámosle:

Señor guía nuestras sendas en la claridad de tu rostro.

Tú, que te dignaste manifestar en Cristo tu ternura y amor,
-mantén siempre viva en la Iglesia la misión de tu Hijo.

Que cooperemos siempre contigo y empapemos al mundo de tu Espíritu,
-para que se establezca una sociedad justa, amorosa y pacífica.

Que nuestra sensibilidad sea hoy más intensa,
-más pródiga en la acción y nos interpele todo lo humano.

Que, fieles a nuestra vocación, nos afecte la aflicción ajena,
-y como Cristo, prestemos los servicios del buen samaritano.

Perdónanos por desconocer la paz de Cristo en los necesitados e importunos,
-por ofender a tu Hijo no reconociéndonos como hermanos.

ORACIÓN

Oh Dios, que le has dado a San Vicente de Paúl un corazón lleno de misericordia para sobrellevar tanta miseria humana, concédenos a los que celebramos hoy el recuerdo de la traslación de sus restos mortales, hacer nuestra aquella caridad que el Espíritu Santo encendió en su corazón, y consagrarnos enteramente por tu amor al servicio de los más pobres. Por Jesucristo nuestro Señor.

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Por P. Andrés Felipe Rojas, CM

Sacerdote Misionero de la Congregación de la Misión, Provincia de Colombia. Fundador y Director de Corazón de Paúl. Escritor de artículos de teología para varias paginas web, entre ellas Religión Digital. Autor de varias novenas y guiones litúrgicos. Actualmente párroco del Santo Cristo de Guaranda (Sucre)

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