Día 30 de Mayo
BEATA SOR MARTA WIECKA
Virgen

Marta Wiecka nació el 12 de enero de 1874 en Nowy Wiec, en Pomerania, en los confines de Polonia, la tercera de trece hijos. Desde la infancia mostró inclinación a la oración y al servicio a los demás.

A los 18 años, entró en el noviciado de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en Cracovia, y en doce años de vida consagrada sirvió a los pobres en algunos hospitales. Se preocupaba no sólo por la salud de cuerpo sino también por la del alma. Habiendo tomado el oficio de un joven padre de familia para evitarle el contagio, contrajo una grave enfermedad y pocos días después, alegre, entregó su espíritu a Dios, el 30 de mayo de 1904, en Sniatyn. (Ucrania). Beatificada el 24 de mayo de 2008, en Leópoli (Ucrania).

OFICIO DE LECTURA
Del común de Vírgenes.

SEGUNDA LECTURA

De los Escritos de Santa Luisa de Marillac.
Correspondencia y escritos. Salamanca, 1985. pp.818-819.

Sobre el espíritu interior necesario a las Hijas de la Caridad

Nuestra conversación interior con Dios debe ser, a lo que me parece, el recuerdo habitual de su santa presencia, adorándole al dar las horas haciendo actos de amor hacia su bondad, trayendo a la memoria lo más que podamos los motivos que más nos han impresionado en la oración y principalmente los afectos y resoluciones que durante ella hemos formado para corregirnos y adelantar en este santo amor.

En todas las ocasiones penosas para los sentidos, tenemos que mirar la paternal bondad de Dios que como buen Padre permite nos afecte su justicia divina, unas veces para corregirnos, otras para manifestarnos su gran amor haciéndonos participar en sufrimientos para aplicarnos el mérito de los de su Hijo y que por nuestra parte se lo agradezcamos.

Cuando se nos presentan las cosas que nos son gratas y los asuntos ocurren según nuestros deseos, antes de dejarnos ir a la alegría que se nos ofrece, miremos a Dios con mirada interior y seamos agradecidas a su misericordia que por su solo amor nos da este consuelo; aceptémoslo con esta mira y unamos a ello algún acto de amor.

Debemos intentar también que todos los objetos que se presentan a nuestros sentidos nos sirvan para elevar nuestro espíritu hacia Dios, unas veces mirándolos como creados por su mano omnipotente, otras considerando los designios de Dios al crearlos, que casi siempre son en provecho del hombre para que éste se los agradezca.

Otras veces, pensemos en la excelencia del ser que Dios nos ha dado para elevarnos así por encima de las cosas rastreras hacia las que nos atrae nuestra naturaleza corrompida por las vanas inclinaciones de nuestros afectos a cosas que no merecen llenar nuestro espíritu, y protestemos de que no queremos nada en la tierra fuera de Dios.

Cuando a veces apremiadas, según nos parece, por la necesidad, deseemos o busquemos la ayuda de las creaturas y ésta llegue a faltar, sea por disposición de la divina Providencia, sea por algún fallo del otro que, en realidad, procede también de esa disposición, miremos inmediatamente la santa voluntad de Dios y aceptándola en esa privación, elevemos nuestro espíritu a él, recurriendo a él solo y considerando que desde toda la eternidad ha sido y es suficiente a sí mismo y, por consiguiente, puede y debe bastarnos a nosotras también; y puesto que somos tan dichosas que nos hallamos en un estado en el que debemos tenerle a él solo por consuelo, hagamos interiormente un acto de aceptación amorosa de la privación de lo que nos falta, aunque nos parezca muy justo y necesario tenerlo, y permanezcamos en paz y a solas con Dios.

RESPONSORIO Jn. 5,3; Sir 23, 27

R/ En esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. *Y sus mandamientos no son pesados.

V/ Nada hay más dulce que guardar a los mandamientos del Señor *Y sus mandamientos.

LAUDES

Benedictus, ant.: Esta es la virgen prudente que, unida a Cristo, resplandece como el sol en el reino celestial.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle diciendo:

Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos.

Señor Jesucristo, a quien las vírgenes amaron como a su único esposo,
-concédenos que nada nos aparte de tu amor.

Tú que coronaste a María como reina de las vírgenes,
-por su intercesión concédenos recibirte siempre con pureza de corazón.

Por intercesión de las santas vírgenes que te sirvieron siempre con fidelidad
consagradas a ti en cuerpo y alma,
-ayúdanos Señor a que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu amor eterno.

Señor Jesús, esposo que haz de venir y a quién las vírgenes prudentes esperaban,
-concédenos que aguardemos tu retorno glorioso con una esperanza activa.

Por intercesión de la beata Sor Marta Wiecka, que fue virgen sensata y una de las prudentes,
-concédenos, Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres.

VÍSPERAS

Magníficat, ant.: Ven, esposa de Cristo, recibe la corona eterna que el Señor te trae preparada.

PRECES

Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes, a causa del reino de Dios, y supliquémosle diciendo:

Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.

Señor, Jesucristo, tú como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia sin mancha ni arruga,
-haz que sea siempre santa e inmaculada.

Señor Jesucristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas encendidas,
-no permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las vírgenes que se han consagrado a ti.

Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó siempre fidelidad intacta,
-concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe.

Tú que concedes hoy a tu pueblo alegrarse por la fiesta de la beata Sor Marta Wiecka, virgen,
-concédele también gozar siempre de su valiosa intercesión.

Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas,
admite también a nuestros hermanos difuntos en el convite festivo de tu reino.

ORACIÓN

Oh Dios que concediste a la beata sor Marta Wiecka, virgen, imitar el amor y la solicitud de Cristo hacia los enfermos, concédenos que, siguiendo sus ejemplos, demos alivio a nuestros hermanos y llevemos su corazón hacia ti, dador de toda salvación. Por Nuestro Señor Jesucristo.

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Por P. Andrés Felipe Rojas, CM

Sacerdote Misionero de la Congregación de la Misión, Provincia de Colombia. Fundador y Director de Corazón de Paúl. Escritor de artículos de teología para varias paginas web, entre ellas Religión Digital. Autor de varias novenas y guiones litúrgicos. Actualmente párroco del Santo Cristo de Guaranda (Sucre)

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