II VÍSPERAS
Himno

Eres gloria del cielo, ¡oh, Santa Luisa!,
y de la santa Iglesia eres honor.
Amar a Jesucristo fue tu divisa;
servir al desgraciado, todo tu amor.

Unida en lazo estrecho con San Vicente,
con él organizaste la caridad;
y al pobre y al enfermo y al indigente
abriste los tesoros de tu bondad.

Las honras y riquezas abandonaste
para seguir las huellas del Redentor,
y vertiste amorosa por donde pasaste
bondades, beneficios, dicha y amor.

Fuiste para los niños madre querida
a todos los que sufren hiciste bien,
tu caridad ardiente y esclarecida
convirtió las miserias en un Edén.

Por eso, agradecidos a tu memoria,
al celebrar tus triunfos con esplendor,
al cielo tributamos toda la gloria
y a ti el fiel testimonio de nuestro amor.

Ant. 1. Tu sierva, Señor, se regocijó con tu salvación. (T.P. Aleluya)

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. Tu sierva, Señor, se regocijó con tu salvación. (T.P. Aleluya)

Ant. 2. Sobre fundamentos de amor ha edificado su casa en el Señor. (T.P. Aleluya)

Salmo 126 – EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Sobre fundamentos de amor ha edificado su casa en el Señor. (T.P. Aleluya)

Ant. 3. La ha predestinado el Señor en Cristo, para ser santa en su presencia por el amor. (T.P. Aleluya)

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN – Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3. La ha predestinado el Señor en Cristo, para ser santa en su presencia por el amor. (T.P. Aleluya)

LECTURA BREVE 1Jn. 3, 16-18

En esto hemos conocido el amor: en que Él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestras vidas por los hermanos. Pero si uno tiene de qué vivir y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijo míos no amemos de palabra y de boca sino de verdad y con obras.

RESPONSORIO BREVE Sal. 118, 32

V/ Caminaré por el camino de tus mandatos. Cuando me ensanches el corazón. (T.P. Aleluya, Aleluya)

R/ Caminaré por el camino de tus mandatos. Cuando me ensanches el corazón. (T.P. Aleluya, Aleluya)

V/ Me acogí a tus preceptos, Señor. (T.P. Aleluya, Aleluya)

R/ Cuando me ensanches el corazón. (T.P. Aleluya, Aleluya)

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. (T.P. Aleluya, Aleluya)

R/ Caminaré por el camino de tus mandatos. Cuando me ensanches el corazón. (T.P. Aleluya, Aleluya)

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Les aseguro que lo que hicieron con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicieron. Vengan, benditos de mi Padre, hereden el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. (T.P. Aleluya)

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Les aseguro que lo que hicieron con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicieron. Vengan, benditos de mi Padre, hereden el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. (T.P. Aleluya)

PRECES

Dirijámonos a Dios con alegría, proclamando el amor divino que ha manifestado en Santa Luisa de Marillac, diciendo:

¡Qué tu amor nos colme, Señor!

Señor Jesús, enséñanos a amarte en nuestros hermanos,
-y a servirte en ellos.

Muévenos a cooperar eficazmente contigo en la construcción de un orden justo,
-para que se difunda en medio de nuestros días la paz anunciada por la Iglesia.

Danos la alegría de contribuir a que desaparezca todo obstáculo en el camino del amor,
-y podamos sentir así tu bondad.
Que sepamos avanzar en el seguimiento de tu Hijo,
-y que sea la santidad el fundamento de la Familia Vicentina.

Que no nos dejemos adsorber por las grandes obras caritativas,
-sino que practiquemos la caridad en las incidencias del día a día.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre, repitiendo la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro…

ORACIÓN

Oh Dios, fuente y premio de la caridad, que por medio de tu Hijo hecho hombre entregaste a la Iglesia el mandamiento del amor; te pedimos que, siguiendo los ejemplos de Santa Luisa de Marillac, manifestemos tu caridad sobre la tierra y merezcamos conseguir un día el Reino prometido a tus elegidos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Por P. Andrés Felipe Rojas, CM

Sacerdote Misionero de la Congregación de la Misión, Provincia de Colombia. Fundador y Director de Corazón de Paúl. Escritor de artículos de teología para varias paginas web, entre ellas Religión Digital. Autor de varias novenas y guiones litúrgicos. Actualmente párroco del Santo Cristo de Guaranda (Sucre)

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