OFICIO DE LECTURA
Invitatorio, ant.: Aclamemos al Señor, en la fiesta de Santa Luisa de Marillac. (T.P. Aleluya)

SEGUNDA LECTURA

De los Escritos Espirituales de Santa Luisa.
(Santa Luisa de Marillac, “Correspondencia y Escritos”,
Ceme, Salamanca, pp. 809-810)

Signos que indican que hemos recibido el Espíritu Santo

Considerando lo que la persona del Espíritu Santo es en la esencia divina, he visto la perfecta unión de los Tres en la unidad y recordando la gloria que la Santa Iglesia les tributa siempre al fin de los salmos, mi espíritu se ha detenido en esta verdad: que la Divinidad no podía ser honrada debidamente más que por su misma gloria, en toda la eternidad, y he visto que uno de los efectos del Espíritu Santo en Dios es el de la unión recordando entonces el designio de Dios en la creación del hombre a su imagen y semejanza, he considerado en dicho hombre sus tres excelentes facultades, de las que las dos primeras están orientadas a la tercera que es la voluntad; y por esta semejanza me ha parecido que cada una de las tres divinas Personas de la Santísima Trinidad operaba en cada una de esas facultades, y que el Espíritu Santo por su poder unitivo confería a la voluntad la facilidad para unir perfectamente, de suerte que no exista en el alma ningún desarreglo, lo que la mantendría en la excelencia de su primitivo estado en la creación, participando en esa primera gloria que honra la gloria eterna de Dios, después de la abundante redención ofrecida por el pecado. Y mi espíritu ha recordado el pensamiento que había tenido de que el designio de la Santísima Trinidad era que el Verbo se encarnase ya desde la creación del hombre, para hacerle llegar a la excelencia del ser que Dios quería darle por la unión eterna que quería tuviese con Él, como la más admirable de sus operaciones exteriores.

Mi oración ha sido más de contemplación que de razonamiento, con gran atractivo por la Humanidad santa de Nuestro Señor y el deseo de honrarla e imitarle lo más que pudiera en la persona de los pobres y de todos mis prójimos, ya que en alguna lectura he aprendido que nos había enseñado la caridad para suplir la impotencia en que estamos de rendir ningún servicio a su persona, y esto ha penetrado en mi corazón de manera especial y muy íntima.

RESPONSORIO

R/ Nosotros amamos, porque él nos amó primero. Y hemos recibido de él este mandamiento: * quien ama a Dios, ama también a su hermano. (T.P. Aleluya)

V/ El amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado *Quien ama a Dios, ama también a su hermano. (T.P. Aleluya)

O bien:

De las “Conferencias Espirituales” de San Vicente de Paúl

(Conferencia de las Hijas de la Caridad, 13 de febrero de 1646,
IX, 231, 234,240 y 241)

Servir a Jesucristo en los pobres

Doy gracias a Dios, hijas mías, por los pensamientos que les ha dado. Los que yo he tenido ya han sido dichos, y estoy infinitamente consolado por lo que Dios les ha inspirado; ¿qué más queda por decir fuera de lo que ya se ha dicho? Sí, hijas mías, ya han dicho ustedes todo lo que yo podía decirles. ¡Bendito sea Dios! Pero lo que me impresiona sensiblemente y lo que tiene que conmoverlas poderosamente para que aprecien el servicio de los pobres, es lo que ha dicho una de ustedes: que Dios, desde toda la eternidad, las había escogido y elegido para esto.

¡Dios mío! ¡Cómo nos tiene que impresionar esto!… ¡Qué verdad es que desde toda la eternidad tenía Dios el designio de utilizarlas en servicio de los pobres! ¡Qué felicidad, hijas mías, y cómo la consideración de esta misión eterna de Dios sobre ustedes tiene que ayudarlas a que sepan agradecerle la elección que de ustedes ha hecho. Les he dicho muchas veces, hijas mías, que tienen que estar muy seguras de que es Dios el que las ha fundado, por que les puedo decir delante de Él que yo nunca había pensado en ello, y que tampoco creo que lo pensase la señorita Le Gras. Las obras de las que no se pueden indicar los obreros, salen, según se dice, de las manos de Dios. Su institución no es obra de los hombres; por tanto, podrán decir con seguridad que es de Dios; y ciertamente una Compañía ordenada para una misión tan agradable a Dios, tan excelente en sí misma y tan útil para el prójimo, no puede tener por autor más que al propio Dios.

Al servir a los pobres, se sirve a Jesucristo. Hijas mías, ¡cuánta verdad es esto! Sirven a Jesucristo en la persona de los pobres. Y esto es tan verdad como que estamos aquí. Una hermana irá diez veces cada día a ver a los enfermos, y diez veces cada día encontrará en ellos a Dios. Como dice san Agustín , lo que vemos no es tan seguro, porque nuestros sentidos pueden engañarse; pero las verdades de Dios no engañan jamás. Vayan a ver a los pobres condenados a cadena perpetua, y en ellos encontrarán a Dios, sirvan a esos niños, y en ellos encontrarán a Dios. ¡Hijas mías, cuán admirable es esto! Van a unas casas muy pobres, pero allí encuentran a Dios. Hijas mías, una vez más, ¡cuán admirable es esto! Sí, Dios acoge con agrado el servicio que hacen a esos enfermos y lo considera, como han dicho, hecho a él mismo.

Si Dios da una eternidad bienaventurada a los que no han ofrecido más que un vaso de agua, ¿qué dará a una Hija de la Caridad, que lo deja todo y se entrega a sí misma para servirle durante toda su vida? ¿Qué le dará? ¡No lo podemos imaginar! Tiene motivos para esperar ser de aquellos a los que se dirá: “Vengan, benditas de mi Padre, posean el reino que les está preparado”. Otro nuevo motivo es que los pobres asistidos por ella será sus intercesores delante de Dios; acudirán en montón a su encuentro; dirán al buen Dios: “Dios mío, ésta es la que nos asistió por tu amor; Dios mío, ésta es la que nos enseñó a conocerte”; “Dios mío, ésta es la que me enseñó a creer que había un Dios en tres personas; yo no lo sabía. Dios mío, ésta es la que me enseñó a esperar en Ti; ésta es la que me enseñó tus bondades por medio de las suyas”. En resumen, hijas mías, todo esto les valdrá el servicio de los pobres. Por tanto, aficiónense mucho a los pobres, por favor, y tengan mucho cuidado de enseñarles las verdades necesarias para la salvación.

RESPONSORIO BREVE

R/ Has obrado con valor, y tu corazón se ha hecho fuerte, porque amaste la castidad. *Por eso serás bendita eternamente. (T.P. Aleluya)
V/ Tus oraciones y tus limosnas han llegado hasta Dios y las tiene presente. *Por eso. (T.P. Aleluya)

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Por P. Andrés Felipe Rojas, CM

Sacerdote Misionero de la Congregación de la Misión, Provincia de Colombia. Fundador y Director de Corazón de Paúl. Escritor de artículos de teología para varias paginas web, entre ellas Religión Digital. Autor de varias novenas y guiones litúrgicos. Actualmente párroco del Santo Cristo de Guaranda (Sucre)

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