Queremos compartirte, en este artículo, varias hermosas historias que te ayudarán a comprender  el gran misterio de la Eucaristía… empecemos.

1. San Antonio y la Mula

En algunas ocasiones, el Señor ha manifestado también su presencia real en la Eucaristía, aunque en otras diversas formas que ahora veremos, y no ya para despertar a los dormidos o tibios, sino para desterrar las herejías en que había desembocado la falta de humildad de algunos cristianos.

Tal era el caso de los patarinos (como se denominaba a los cátaros en el Norte de Italia), que consideraban a la Eucaristía una simple cena conmemorativa y sólo salieron de su error, cayendo de rodillas y adorando con fe y amor a Jesús Sacramentado, gracias al Milagro de San Antonio y la Mula, ocurrido en Rímini (Italia), el año 1227.

Disputando San Antonio de Padua con un miembro de aquella secta, éste le pidió un milagro para crean en la presencia de Jesús en la Eucaristía. A lo que el Santo respondió que eligiera el milagro que quisiera.

Fue así como se tuvo a una mula tres días sin comer ni beber, y al tercero se la llevó a la plaza, para ponerle delante la Eucaristía y una ración de cebada, de forma que, dejando esta última la mula, tras haberla olfateado, y en habiéndole mandado San Antonio, en nombre del Señor, que fuera a hacer reverencia a su Creador, se volvió hacia donde estaba la custodia, y en manifiesta señal de adoración, dobló las rodillas delanteras, e inclinó la cabeza ante nuestro Redentor.

Casi huelga decir que el hereje, confundido y evidentemente convencido, se arrodilló reconociendo también a Jesús en el Santísimo Sacramento.

2. El milagro de los 3 peces

Esta es la historia de un párroco que perdió el cáliz con el Cuerpo de Cristo y como unos peces le ayudaron a recuperar el Alimento que da la vida eterna.

En una noche de julio de 1348, una tormenta amenazaba el pueblito de Alboraya. En una sencilla casa, un hombre moribundo esperaba el sacramento de la Eucaristía; el párroco del lugar sabía cuán necesario era para el enfermo recibir el socorro del Cuerpo de Cristo y hacia allí se dirigió apresuradamente…

Cuando el párroco administró el sagrado sacramento y se disponía a regresar a la parroquia, empezó a llover… Apretando fuertemente contra su pecho el cáliz con tres hostias consagradas, corrió de regreso a la parroquia. El camino estaba completamente embarrado y tenía que atravesar un pequeño río que solo tenía como puente un exiguo tablón de madera. La crecida del río llegaba hasta el tablón; no obstante el párroco decidió cruzarlo… pero a mitad de camino resbaló y cayó, perdiendo el cáliz con las hostias consagradas que la corriente se llevó río abajo.

Desesperado, el párroco se arrojó en pos del cáliz tratando de rescatar las tres hostias… pero fueron vanos sus esfuerzos y el cáliz desapareció en el agua.

Muchas personas del pueblo ayudaron al párroco esa noche para encontrar el cáliz. Ya al alba, lograron hallar el cáliz, pero… ¡estaba vacío!

¡Cuánta pena ante la pérdida de las hostias consagradas!

Las buenas gentes del pueblito organizaron actos de reparación y honra a la sagrada Eucaristía. El Señor vio su fe y se apiadó de ellos respondiendo con un gran milagro…

A la luz de la aurora, en la desembocadura del río en el mar, todas las gentes del pueblo observaron extasiados tres pececillos erguidos contra la corriente… Cada uno sostenía una hostia consagrada en su boca entreabierta. Todos cayeron de rodillas y con el corazón inundado de felicidad y amor por la Eucaristía, dando gracias y alabando al Señor mientras los peces se mantenían inmóviles en medio de la corriente.

Mientras la muchedumbre cantaba al Señor, los peces se acercaron a la orilla depositando las tres hostias en las manos del sacerdote. Entonces, todas las personas se dirigieron en procesión hasta la parroquia…

«¿Quién negará de este pan el Misterio, cuando un mudo pez nos predica la fe?»

3. Quédate con nosotros

Los hechos ocurrieron el 6 de junio de 1453, cuando en Alta Val Susa, en Exilles, se enfrentaron las tropas de Renato d’Angió, rey de Nápoles, con las milicias del duque Ludovico de Saboya. Mientras un grupo de soldados saqueaba los alrededores, uno decidió entrar a la Iglesia robando la custodia con la Hostia consagrada, introduciéndola en un saco, que luego subió sobre su mulo.

El ladrón tomó al animal y se dirigió a Turín. Cuando llegaba a la Plaza Mayor, muy cerca de la iglesia de San Silverio, el mulo tropezó y se fue al piso abriéndose enseguida el saco mostrando su contenido: Ante el asombro de todos, la custodia con la Hostia se elevó al cielo llegando hasta la altura de las casas.

Don Bartolomé Coccolo, testigo de lo ocurrido, corrió a llamar al Obispo Ludovico de Romagnano, quien acudió de inmediato a la plaza, con un cortejo de fieles y miembros del clero. Ya en el lugar, y al ver tal prodigio, cae de rodillas en actitud de adoración. «Quédate con nosotros, Señor», fue la oración que elevó el prelado, repitiendo las palabras que dijeron a Jesús los discípulos de Emaús.

Pero el hecho, no paró ahí: Ante la mirada de todos, la custodia cae al piso, dejando sola en el aire, y en todo su esplendor, la Hostia consagrada. En ese momento el Obispo levanto un cáliz hacia la forma, ve como poco a poco esta desciende hasta quedar dentro del vaso sagrado.

De inmediato, el prelado inicia una solemne procesión Eucarística por la ciudad. Al poco tiempo comenzó la devoción a este milagro construyéndose un altar en el lugar donde todo sucedió, y posteriormente edificándose el templo dedicado al Corpus Domini, hoy Basílica.

4. La hostia de Siena, Italia – Siglo XVIII

El 14 de agosto de 1730 unos ladrones entraron en la Iglesia de San Francisco y robaron un copón que contenía hostias consagradas.Dos días más tarde, los sacerdotes encontraron una caja en una banca con las hostias perdidas. Después de limpiarlas tanto como fue posible, las hostias fueron colocadas en un nuevo copón y fueron llevadas de nuevo a la Iglesia de San Francisco para hacer oraciones de reparación y veneración.

Dado que las hostias estaban sucias, los sacerdotes decidieron no consumirlas, sino simplemente dejar que se deterioren. Durante las próximas décadas, todo el mundo se sorprendió al ver que las hostias no se deterioraron, y más bien parecían frescas. Dichas hostias se mantienen hasta hoy, más de dos siglos después, y todavía se pueden ver en la ahora basílica de San Francisco, en Siena, Italia.

5. Milagro Eucarístico en Argentina (Cuando era Arzobispo el Papa Francisco)

Ricardo Castañón es conocido como doctor en Psicología Clínica, pero sobre todo como aquel que ha tenido contacto directo con algunas manifestaciones eucarísticas que sobrepasan el conocimiento humano.

Cuenta Castañón que en 1999, y siendo un no creyente, a petición del Arzobispo de Buenos Aires Mons. Jorge Mario Bergoglio, “realizó el primer análisis científico de una Hostia consagrada, de la que manaba una sustancia rojiza; concluyó la investigación hasta el año 2006, comprobando que la sustancia era sangre humana, misma que contenía glóbulos blancos intactos, y músculo de corazón ‘vivo’, miocardio ventrículo izquierdo; ‘cabe señalar que el caso aún no se ha denominado milagro, sino signo, y la Hostia permanece expuesta en el altar de la Parroquia de Santa María de Buenos Aires’ “.

Su historia en el siguiente vídeo:

6. El Milagro Eucarístico de Santarém – Sigo XIII

Una mujer vivía en Santarém, Portugal, en el Siglo XIII y estaba angustiada porque sospechaba que su marido le era infiel, así que decidió consultar con una bruja en busca de ayuda. La hechicera le dijo que el precio de sus servicios era una hostia consagrada.

Ella fue a Misa en la iglesia de San Esteban y recibió la Eucaristía en su lengua, se quitó la Eucaristía de la boca, lo envolvió en su velo, y se dirigió a la puerta de la iglesia. Para su sorpresa, y antes de salir del templo, la hostia comenzó a sangrar.

Aún así, se fue con la hostia sangrante hasta su casa. Al llegar, la guardó en un baúl y esa noche, una luz milagrosa emanaba del contenedor. Ella se arrepintió de lo que había hecho y a la mañana siguiente confesó a su cura lo que había hecho. El sacerdote fue a su casa y recuperó la hostia consagrada llevándola de nuevo al templo.

7. El milagro de Chirattakonam, India – Siglo XXI

El 28 de abril de 2001, hubo una adoración eucarística en la parroquia de Santa María en Chirattakonam, la India, cuando de repente tres manchas rojas se materializaron en la hostia consagrada. El sacerdote no supo qué hacer, así que solo atinó a colocar la hostia de nuevo en el tabernáculo.

Unos días más tarde, y ya recuperado del asombro, el sacerdote volvió a revisar la hostia y las manchas rojas parecían dibujar el rostro de Jesús. Rápidamente encontró un fotógrafo y tomó fotos de la hostia.


Fuentes:

  • https://es.churchpop.com/2016/05/29/5-extraordinarios-milagros-eucaristicos-en-fotos/
  • https://es.gaudiumpress.org/content/87834-El-milagro-Eucaristico-de-Turin–cuando-la-custodia-y-Hostia-consagrada-se-elevan-por-los-aires
  • https://es.aleteia.org/2017/06/29/el-cientifico-que-investiga-los-misterios-de-los-milagros-eucaristicos/
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Por P. Andrés Felipe Rojas, CM

Sacerdote Misionero de la Congregación de la Misión, Provincia de Colombia. Fundador y Director de Corazón de Paúl. Escritor de artículos de teología para varias paginas web, entre ellas Religión Digital. Autor de varias novenas y guiones litúrgicos. Actualmente párroco del Santo Cristo de Guaranda (Sucre)

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