El 17 de junio de 2019 el Vaticano emitió un documento en el que recomendaba al Sínodo Pan-amazónico, que se celebrará en Roma el próximo mes de octubre, que se considere la ordenación sacerdotal de hombres casados, ancianos y respetados, especialmente indígenas, para las regiones alejadas de la Amazonia. El Papa no quiere una Iglesia que visita sino una Iglesia que permanece. Esta reivindicación es antigua, y ya fue propuesta por la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) al Papa Juan Pablo II en los años 80 del siglo pasado. Él la interpretó como una especie de provocación, y por eso mantuvo siempre relativa distancia con la CNBB.
Fuentes eclesiásticas serias proporcionan los siguientes datos: en la Iglesia desde 1964 a 2004 dejaron el ministerio 70 mil sacerdotes. En Brasil, con 18 mil sacerdotes, 7 mil hicieron lo mismo. Las CEBs y los ministerios laicales apuntan a suplir la carencia de sacerdotes. ¿Por qué no acoger a los sacerdotes ya casados y permitirles re-asumir su ministerio, u ordenar a casados?

En el Sínodo Pan-amazónico seguramente será acatada esta sugerencia. Dice también que habrá un “ministerio oficial para las mujeres”, que no sabemos cuál será. En fin, tendremos sacerdotes casados, antiguo desiderátum de muchas Iglesias.

Desde el principio del cristianismo la cuestión del celibato ha sido polémica. Se dibujaron dos tendencias: una que permitía sacerdotes casados, y otra que prefería sacerdotes célibes. Para todos estaba claro que el celibato no es ningún dogma de fe sino una «disciplina» eclesiástica, particular de la Iglesia occidental. Todas las demás Iglesias católicas (ortodoxa, siríaca, melquita, etíope, etc.), y el resto de Iglesias cristianas, no conocen esa disciplina. Y en cuanto disciplina, puede ser abolida, dependiendo en último término simplemente de la decisión del Papa.

Jesús se refiere a tres tipos de célibes, tres tipos llamados eunucos o castrados (eunoûxoi en griego). De ellos dice: “hay castrados que así se hicieron a sí mismos por amor del Reino de los cielos; quien pueda entender que entienda” (Evangelio de Mateo 19,12). Reconoce que “no todos son capaces de entender esto, sino solamente aquellos a quienes les ha sido dado” (Mt 19,11). Curiosamente en la Primera Epístola a Timoteo, se dice que “el epíscopo (obispo) sea marido de una sola mujer… debe saber gobernar bien su propia casa y educar a sus hijos en la obediencia y la castidad (1Timoteo 3,2-4).

Resumiendo la larga y sinuosa historia del celibato, se constata que inicialmente no existía como ley y si existía era poco observado. El Papa Adriano II (867-872) así como Sergio III (904-911) estaban casados. Entre el siglo X y el XIII dicen los historiadores que era común que el sacerdote conviviera con una compañera. En el Brasil de la colonia era también muy frecuente. En el pasado, los párrocos del campo tenían sus hijos y los preparaban para ser subdiáconos, diáconos y sacerdotes, pues no había instituciones que los preparasen.

Mención aparte merece la no observancia del celibato por parte de algunos Papas. Hubo una época de gran decadencia moral, llamada “la era pornocrática”, entre 900-1110. Benedicto IX (1033-1045), fue consagrado Papa a los 12 años, ya “lleno de vicios”. El Papa Juan XII (955-964), consagrado con 18 años, vivía en orgías y en adulterios. Fueron famosos los Papas del Renacimiento como Pablo III, Alejandro VI, con varios hijos, y León X, que casaba con pompa a sus hijos dentro del Vaticano (ver Daniel Rops, La historia de la Iglesia de Cristo, II, Porto 1960, p. 617ss). Finalmente se celebró el Concilio de Trento (1545 y 1563) que impuso como obligatoria la ley del celibato para todos los que ascendieran al orden presbiteral. Y así ha permanecido hasta el día de hoy. Se crearon seminarios donde los candidatos eran preparados desde pequeños para el sacerdocio, con una perspectiva apologética de enfrentamiento a la Reforma Protestante, y más tarde, a las herejías y a los “errores modernos”.

Estamos a favor que haya, como en todas las demás Iglesias, sacerdotes casados y sacerdotes célibes. No como una ley impuesta ni una condición previa para el ministerio, sino como una opción. El celibato es un carisma, un don del Espíritu para quien pueda vivirlo sin demasiados sacrificios. Jesús bien lo entendió: es una “castración”, con el vacío que representa en afectividad e intimidad hombre y mujer. Pero esa renuncia es asumida por amor al Reino de Dios, al servicio de los demás, especialmente de los más pobres. Por lo tanto, esa carencia es compensada por una sobreabundancia de amor. Para ello se necesita un encuentro íntimo con Cristo, cultivo de la espiritualidad, de la oración y del autocontrol. Realistamente observa el Maestro: “no todos son capaces de entender eso” (Mt 19,11). Hay quienes lo entienden. Viven jovialmente su celibato opcional, sin endurecerse, guardando la jovialidad y la ternura esencial, tan solicitada por el Papa Francisco. Qué bueno sería si a su lado hubiera sacerdotes casados.

Ahora podremos finalmente alegrarnos de tener también hombres casados, bien integrados familiarmente, que podrán ser sacerdotes y acompañar la vida religiosa de los fieles. Será una ganancia para ellos y para las comunidades católicas.

Fuente:

Página de Boff en Koinonía
Página de Leonardo Boff

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Por Leonardo Boff

Genésio Darci Boff, más conocido como Leonardo Boff, es un teólogo, exsacerdote franciscano, filósofo, escritor, profesor y ecologista brasileño. Su hermano, Clodovis Boff, es un teólogo católico de la orden de los Siervos de María, cercano a la Teología de la Liberación.

2 comentarios en «Buena noticia: habrá sacerdotes casados- Leonardo Boff»
  1. Confío plenamente en la Santísima Trinidad para que ilumine y guíe a nuestro santo padre, para que no se deje manipular por hombres (el maligno), nuestra Iglesia ha sido perseguida desde su inicio, es esta la época en que ya no será perseguida desde afuera, sino, desde adentro. La doctrina que nos dejó JESUCRISTO es clara y lo sustento con esta cita, 1 Corintios 7,32-33 y si quieren hasta el 34 en la cual no solo habla de los sacerdotes sino también de las religiosas:
    «32.Yo os quisiera libres de preocupaciones. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor.
    33.El casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer;
    34.está por tanto dividido. La mujer no casada, lo mismo que la doncella, se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido».
    El celibato no es una ley impuesta por la Iglesia Católica o el santo padre, sino que es la doctrina que nos enseñó Jesucristo, por lo tanto quien quiera agradar a los hombres, que lo haga; quien quiera agradar a DIOS, que lo haga y quien no esté de acuerdo con el celibato, que no se ordenen como sacerdotes.

  2. Recordemos que el Nuevo Testamento nos dice que Pedro tenía suegra, y por ende esposa. Que bueno que hayan nuevos aires oxigenando la Iglesia. Muchos casados, y me incluyo, desearíamos podernos consagrar a Dios desde nuestra condición de casados, donde también guardamos un tipo de celibato pues le somos fieles a nuestra pareja unida a nosotros con la bendición de Dios a través del sacramento del matrimonio. Esperemos que se haga realidad. De seguro aumentará el número de sacerdotes en nuestra amada Iglesia.

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