Por: P. Marlio Nasayó Liévano CM.

HIMNO

Nuestras voces se elevan al cielo
con acentos de gloria y honor
ensalcemos a Santa Luisa,
por su fe, su esperanza y su amor.

Caridad fue su lema sagrado
caridad su constante labor
y sus hijas repiten al mundo
“Caridad es la ley del Señor”.

Oración inicial

“Oh Jesús, danos un destello de ese fuego, con el que has encendido a santa Luisa de Marillac. Sí, Dios mío, que ella encienda en nosotros, reunidos junto a ti, esta llama de caridad que se extenderá paciente y dulce, santa y humilde, consoladora y fuerte, resignada y victoriosa. Amén”. Pío XI

DÍA PRIMERO
Luisa y su infancia

Los orígenes de Luisa de Marillac se tejen en la oscuridad y el silencio del siglo XVI. Su padre es Luís de Marillac y su madre es desconocida. Criada en el convento de Dominicas de Poissy, sin el calor familiar, la Providencia va llevando por sus caminos, a quien será una de las grandes figuras de la caridad de todos los tiempos.

Se cumple en ella el proverbio: “Dios escribe recto en líneas torcidas”, pues cuando hay docilidad a su gracia, hasta las más grandes heridas son sanadas por su mano bondadosa.

Oración

¡Oh! Santa Luisa, verdadera mujer fuerte, que empleaste tu inteligencia, energía y salud en propagar las obras de caridad.

Por el infatigable celo con que trabajaste durante tu vida en la instrucción de los niños, el servicio a los enfermos y formaste a jóvenes aldeanas para estos servicios, te pedimos humildemente, dirijas una mirada bondadosa a la infancia y juventud de nuestro tiempo tan rodeadas de peligros.

Bendice las obras de tus hijas, revístelas de verdadera prudencia cristiana que tanto resplandeció en ti. Dales discernimiento para responder, a las llamadas urgentes de la Iglesia y del mundo.

Y alcánzanos a nosotros, que siguiendo su ejemplo, venzamos a los enemigos que por todas partes nos acechan, a fin de que algún día podamos en compañía de tus hijas, cantar un himno en la eterna bienaventuranza al cordero Inmaculado, Cristo Jesús. Por los siglos de los siglos. Amén.

INVOCACIONES

  • Santa Luisa, que seguiste a Jesucristo pobre, en el servicio amoroso de los más pobres. Ruega por nosotros.
  • Santa Luisa, que siendo esposa fiel y madre solícita, viviste las alegrías y dificultades del hogar. Ruega por nosotros.
  • Santa Luisa, pionera de la acción social y de la promoción de la mujer. Ruega por nosotros.

DÍA SEGUNDO
Luisa y los diversos estados de vida

Siempre dócil a la gracia, fue respondiendo día tras día a los llamados del Señor: se formó en la juventud adquiriendo la ciencia y la virtud, que luego haría de ella una esposa solícita con Antonio Le Gras, y una madre atenta y cariñosa con su difícil hijo Miguel. Llevando una viudez prematura, se entregó al servicio de los pobres, abriéndose de esta manera a los planes que Dios tenía para ella.

Vivió con intensidad su soltería, el matrimonio y ahora la viudez. En la vida ordinaria de cada uno de estos estados, fue labrando en sí el camino de la santidad, que un día había iniciado en las aguas bautismales.

DÍA TERCERO
Luisa y el Espíritu Santo

Luisa tuvo una devoción especial al Espíritu Santo, veneración que la llevó a vivir, en fiel dependencia de Él y permitir que el Espíritu realizará en ella el designio del Padre celestial, para poder testimoniar en su ser la vida de Jesucristo.

Más tarde pedirá a sus Hijas estar en dependencia del Espíritu, para dejar crear en ellas la semejanza con Cristo, humilde, sencillo y caritativo.

“Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo ven a purificar y a embellecer mi alma

para que sea agradable a mi Salvador, y que yo pueda recibirle para gloria suya y
mi salvación”. (Sta. Luisa, E-110).

DÍA CUARTO
Luisa y Vicente

El encuentro de Luisa con Vicente la lleva a descentrarse de sí misma, a salir de su estado depresivo y a abrirse a los pobres. Vicente encuentra en Luisa, una mujer llena de Dios, una persona despierta, inteligente, de amplia cultura y con un gran sentido de organización.

De ahora en adelante, ella será la mujer providencial. Ambos caminarán en una sola dirección: la del servicio a Jesucristo en la persona de los pobres.

DÍA QUINTO
Luisa y las Hijas de la Caridad

Las Damas de la Caridad son generosas para abrir sus bolsas a los pobres, pero delegan los servicios humildes y penosos a sus empleadas. Así el servicio de las criadas no puede ser operante.

Vienen entonces humildes aldeanas a servir a las Caridades. Estas jóvenes colocadas por Vicente bajo la dirección de Luisa, serán la base para la fundación de la primera Comunidad de vida activa en la Iglesia: La COMPAÑIA DE LAS HIJAS DE LA CARIDAD, que iniciará su misión el 29 de noviembre de 1633.

Hoy a las puertas del cuarto centenario de su fundación, sus hijas por el mundo entero, socorren toda clase de miserias tanto espirituales como materiales, siguiendo las huellas de su Fundadora.

DÍA SEXTO
Luisa y la Cruz

Desde la cuna hasta la muerte, la vida de Luisa estuvo marcada por toda clase de cruces: la soledad de la infancia y la juventud, la partida prematura de su esposo, los sinsabores producidos por la conducta de su hijo, sus escrúpulos, la noche oscura de la fe, las enfermedades físicas que nunca dejaron de acompañarla… nos muestran la reciedumbre de carácter y la profunda fe de Luisa, en el seguimiento alegre del Señor en su camino hacia el calvario.

Entre los textos de sus escritos entresacamos este trozo: “Estamos llamados a honrar
la Santa Cruz, entendida en el sentido de toda clase de sufrimientos, penas y dolores.
¡Oh Cruz! ¡Oh sufrimientos! Qué amables son, puesto que el amor de Dios los ha cedido al puesto en su Hijo. Aquí nos tienes Señor mío, al pie de tu cruz en la que te

veo clavado, para que nos atraigas a Ti como lo has prometido”. (Sta. Luisa, E-105).

DÍA SÉPTIMO
Luisa y la oración

Luisa siempre comprendió que su vida estaba unida al cuerpo Místico de Cristo, y por eso su vida estaba dirigida al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo. Vivía en diálogo continuo con Dios, colocándose siempre en sus manos, con una actitud de confianza filial en la Divina Providencia.

Una y otra vez escucharía al Señor Vicente cuando decía por experiencia: “Dadme a una persona de oración y será capaz de todo”. Y ella hizo de estas palabras una luz que fortaleció su vida.

DIA OCTAVO
Luisa y la Santísima Virgen María

Desde su tierna infancia, Luisa, tuvo una tierna devoción a la Virgen María. Inculcó a sus hijas un amor profundo y una imitación de ella. Vio en María la Sierva, humilde y fiel, de los designios del Padre, modelo de los corazones pobres.

Presenta a María como Madre de misericordia y esperanza de los pequeños, íntimamente unida a su Hijo, a quien conduce a los que confían en ella.

“Bendita seas María, porque en tu seno se ha realizado la unión amorosa del Verbo de Dios con el hombre.
Bendita seas María, tu corazón está lleno de amor.
Bendita seas María, Hija amada del Padre, Madre del Hijo y digna Esposa del
Espíritu Santo”. (Sta. Luisa).

DÍA NOVENO
Luisa: De la oscuridad a la luz

Luisa de Marillac terminó su peregrinar terreno el 15 de marzo de 1660, en París donde había nacido el 12 de agosto de 1591. Tuvieron que pasar más de 200 años para ser exaltada al honor de los altares.

Benedicto XV el 9 de mayo de 1920 la beatificó, y Pío XI el 11 de marzo de 1934 la declaró santa de la Iglesia Universal. En el tricentenario de su gloriosa muerte, San Juan XXIII, el 10 de febrero de 1960, la proclamó patrona de cuantos se entregan a la acción social cristiana.

Su solemnidad litúrgica se celebra el 9 de mayo.

Uno de sus grandes biógrafos Monseñor Jean Calvet escribió: “Luisa de Marillac es tan grande por la bondad, el sufrimiento y la acción, que no podemos mirarla y estudiarla sin amarla”.

╬ LETANÍAS DE SANTA LUISA DE MARILLAC
P. Álvaro Quevedo, c.m.

Dios Padre misericordioso. Ten piedad de nosotros. Dios Hijo, sacramento de amor. Ten piedad de nosotros.
Espíritu Santo, fuerza de Dios con nosotros. Ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, modelo de fraternidad y comunión. Ten piedad de nosotros.

Santa Luisa de Marillac, que adoraste al Padre, cumpliendo su santa voluntad. Ruega por nosotros.
S.L. que seguiste a Jesucristo pobre, en el servicio amoroso de los más pobres.
S.L. abierta siempre a las inspiraciones del Espíritu Santo, en fe, amor y docilidad.
S.L. que amaste tiernamente a María, la Sierva del Señor.
S.L. amiga de San Vicente y fundadora con él de las Hijas de la Caridad.
S.L. que supiste encontrar en la orfandad de tu niñez, una fuente de comprensión para los niños desamparados.
S.L. que, siendo esposa fiel y madre solícita, viviste las alegrías y dificultades del hogar.
S.L. que en la “noche oscura” permaneciste fiel, y mereciste la iluminación del
Espíritu Santo consolador.
S.L. que en un “singular Pentecostés”, encontraste la libertad, la madurez y la paz.
S.L. que vislumbraste los designios de Dios en tu vida, como madre espiritual de una gran familia.
S.L. que te entregaste en actitud contemplativa a la acción del Espíritu Santo.
S.L. que consagraste tu viudez, en la fe, y en el amor, al servicio de Cristo en los pobres.
S.L. misionera y catequista que animaste las primeras “Cofradías de la Caridad”.
S.L. que formaste en tu casa, las primeras “siervas de los pobres”, teniendo como
modelo a Margarita Naseau.
S.L. que en Chartres, consagraste sin reservas, la Compañía a la Virgen Inmaculada.
S.L. mujer fuerte, contemplativa y apostólica, que, con tu ejemplo y palabra, pusiste los cimientos de la Compañía.
S.L. que te diste toda a Dios, para conformarte con su adorable Providencia.
S.L. que leíste los acontecimientos como gracia de Dios.
S.L. siempre fiel a la Iglesia e “hija de parroquia”.
S.L. que te ocupaste en los trabajos más humildes de la casa, en espíritu de servicio y humildad.
S.L. que visitaste a los enfermos a domicilio, viendo en ellos el rostro sufriente de Cristo.

S.L. que enseñaste a tratar a los presos con respeto y dulzura.
S.L. que valoraste a los ancianos, dándoles ocupación y cariño.
S.L. que lograste la unión espiritual y fraternal entre los Padres de la Misión y las Hijas de la Caridad.
S.L. que diste como última recomendación a tus Hijas, que sirvieran a los pobres y que vivieran en grande y cordial unión.
S.L. que dejaste a María como única “Madre de la Compañía”.
S.L. pionera de la acción social y de la promoción de la mujer.
S.L. patrona universal de las “obras sociales”.
S.L. madre de los pobres.

Oremos:

Padre bueno y misericordioso, te damos gracias por la vida de entrega de Santa Luisa de Marillac, te pedimos por sus méritos, que, como ella, podamos ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo, y así cumplir lo que ella recomendó: “vivir escondidos en Jesucristo, trabajar calladamente y sin ostentación ni brillo, en el servicio de los pobres”. Te lo pedimos por Jesucristo pobre, servidor de los pobres. Amén.

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Por P. Marlio Nasayó Liévano, CM

Sacerdote de la Congregación de la Misión de la Provincia de Colombia, dedicado a la investigación y profundización en el carisma vicentino, sus varios artículos ayudan a actualizar la vida y la misión de los santos y beatos vicentinos.

Un comentario en «Novena breve a Santa Luisa de Marillac»
  1. MUCHAS GRACIAS POR COMPARTIR ESTE HERMOSO MATERIAL DE SANTA LUISA DE MARILLAC NUESTRA FUNDADORA.
    DIOS LES BENDIGA ABUNDANTEMENTE.

    SOR REYNA MOLINA HIJA DE LA CARIDAD.

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