En razón a las medidas tomadas por varios gobiernos nacionales y locales, en muchos templos no está permitido la celebración de exequias. Desde Corazón de Paúl hemos adaptado el Ritual Romano simplificado para Exequias, de modo que un fiel pueda llevar a cabo una celebración con su familia para despedir a un ser querido.

Según la instrucción general del Ritual de exequias: Cuando las necesidades pastorales así lo exijan, de acuerdo con las normas pastorales dadas por el obispo del lugar, un laico competente puede ser también delegado para la celebración de las exequias. C.E.C.

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FORMULARIO

RECIBIMIENTO DEL DIFUNTO

Cuando las medidas lo permitan, los familiares pueden reunirse en un lugar específico o en el cementerio.

Un miembro de la familia con las siguientes palabras o unas parecidas dice:

Queridos familiares [y amigos]: La muerte de nuestro ser querido nos hace experimentar, una vez más, hasta qué punto el hombre es pobre ante Dios. Pero nuestra esperanza cristiana no debe desfallecer ante esta muerte. Levantemos al cielo nuestros ojos y esperemos contra toda esperanza. El Señor arrancará de la muerte a nuestro ser querido y lo hará gozar en su Reino.

Todos se santiguan mientras el que preside dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

El resto responde:

Amén

Después de un canto prosigue con el siguiente saludo y concluye con la oración:

Hermanos y hermanas: La muerte de nuestro querido hermano (nuestra querida hermana) N. nos entristece y nos recuerda, una vez más, hasta qué punto es frágil y breve la vida del hombre. Pero, en este momento triste, nuestra fe nos conforta y nos asegura que Cristo vive eternamente y que el amor que él nos tiene es más fuerte que la misma muerte. Por ello, nuestra esperanza no debe vacilar. Que el Padre de la misericordia y Dios de todo consuelo os conforte en esta tribulación.

Si se tiene agua bendita, se procede hacer la aspersión sobre el féretro.

Oración: Oh, Dios, justo y clemente, mira con amor a tu siervo (sierva) N., que, por medio del agua del bautismo, participó ya de la Pascua liberadora de Cristo, y concédele entrar en la verdadera tierra de promisión y gustar los bienes de la vida divina en eterna comunión con su Redentor, nuestro Dios y Señor Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.

Ó

Te encomendamos, Señor, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., a quien en esta vida mortal rodeaste con tu amor infinito; concédele ahora que, libre de todos los males, participe en el descanso eterno. Y, ya que este primer mundo acabó para él (ella), admítelo (admítela) en tu paraíso, donde no hay ni llanto ni luto ni dolor, sino paz y alegría eternas. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA:

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de la Sabiduría. 3, 1-9

La vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz.

La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los hallo dignos de sí; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto; a la hora de la cuenta resplandecerán como chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente.
Los que confían en el comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Sal 26, 1bcde. 7-8. 9abcd. 13-14 (R.: 1a)

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quien temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quien me hará temblar? R.

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón:
«Buscad mi rostro».
Tu rostro buscare, Señor. R.

No me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R.

V. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Espera en el Señor, se valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.

SEGUNDA LECTURA
(si se ve conveniente)

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-2

Queridos hermanos:
Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos.
Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

  • Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 37-40

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echare afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el ultimo día.
Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitare en el ultimo día.»

Palabra del Señor.

ORACIÓN DE LOS FIELES.

Después de una reflexión, se hace la oración universal, con el siguiente formulario u otro parecido:

Oremos con fe a Dios Padre, para quien toda criatura vive, y pidámosle que escuche nuestra oración, Respondemos con fe:

Tú que eres la Resurrección y la Vida, escúchanos Señor.

— Para que perdone los pecados de su siervo (sierva) N. y acepte sus buenas obras. Roguemos al Señor.

— Para que lo (la) libre de toda pena merecida por sus culpas y pueda participar ya en el descanso eterno. Roguemos al Señor.

— Para que, dejado ya este primer mundo, goce eternamente en el paraíso. Roguemos al Señor.

— Para que a nosotros el Espíritu Santo nos lleve por las sendas de la fe y nos dé la esperanza firme de alcanzar, junto a nuestro hermano (nuestra hermana), el reino eterno. Roguemos al Señor.

Se pueden añadir intenciones libres.

Porque todos los bautizados formamos la gran familia de Dios, acudamos con gran confianza a Dios nuestro Padre, orando como Cristo nos enseñó: PADRE NUESTRO…

Se termina con la siguiente oración:

Señor Dios, que has querido que nuestro hermano (nuestra hermana) N., a través de la muerte, fuera configurado (configurada) a Cristo, que por nosotros murió en la cruz, escucha nuestra oración y dígnate dar parte en la Pascua renovadora de tu Hijo al (a la) que, mientras vivía en la tierra, fue marcado (marcada) con el sello del Espíritu Santo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN Y DESPEDIDA:

Una vez terminado el rezo del padre nuestro, puede emplearse un canto o palabras de algunos de los presentes:

Para un difunto cristiano:

Hermanos: Con la certeza que nos da la fe y con la esperanza de la Vida eterna, encomendemos a la infinita misericordia de Dios a nuestro(a) hermano(a) que se ha dormido en la paz de Cristo.
Acompañemos con nuestras oraciones a quien, por medio del Bautismo, recibió la adopción de los hijos de Dios y se alimentó en la mesa del Señor, para que ahora merezca la herencia eterna prometida a los santos y participe en el banquete celestial.
Oremos también por nosotros mismos, que ahora lloramos afligidos, para que, junto con nuestro(a) hermano(a), podamos un día salir al encuentro de Cristo, nuestra Vida, cuando él se manifieste en la plenitud de su gloria.

Ó

Hermanos: Acompañaremos ahora a N. al lugar de su descanso eterno. Mientras lo hacemos, recordamos los momentos que compartimos con él(ella); especialmente las ocasiones en que N. nos acompañó a nosotros en las circunstancias duras de la vida. Su ausencia nos duele, pero el Señor, nuestro Dios, nos garantiza la esperanza. Porque él triunfó sobre la muerte y nos llamó a creer en su resurrección y en su Vida para experimentarla también nosotros. Pidámosle al Señor por intercesión de María Santísima, nuestra Madre y Madre de N. que tengamos la serenidad y la paz que surgen de la fe.

Y todos oran en silencio por unos momentos. Si se tiene agua bendita se procede con lo siguiente de lo contrario se omite:

El agua que vamos a derramar ahora sobre el cuerpo de este hermano nuestro (esta hermana nuestra) nos recuerda que en el bautismo fue hecho (hecha) miembro del cuerpo de Jesucristo, que murió y fue sepultado, pero que con su gloriosa resurrección venció la muerte. [El incienso con que perfumaremos luego su cadáver nos traerá a la memoria que lo que ahora solo es su cuerpo fue templo del Espíritu y está llamados a ser, por la resurrección, piedra viva del templo de la Jerusalén celestial].

Terminada la aspersión el que preside concluye diciendo

Que Dios nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén. (Todos se santiguan)

PROCESIÓN FINAL.

Mientras se procede a colocar el féretro en la bóveda o en la tierra se puede emplear las siguientes antífonas.

I

Al Paraíso te lleven los ángeles:
Que a tu llegada te reciban los mártires
y te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén.

II

Que el coro de los ángeles te reciba
y junto con Lázaro, que vivió pobre en la tierra,
tengas un descanso eterno.

III

Yo soy la Resurrección y la Vida.
El que cree en mí, aunque muera, vivirá.
Y todo el que vive y cree en mí no morirá eternamente.

ANEXO 1
Segunda opción de lecturas.

LITURGIA DE LA PALABRA:

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Apocalipsis. 21,1-7

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe.

Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo. Y oí una gran voz desde el trono que decía:

«He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el “Dios con ellos” será su Dios».
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.
Y dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas». Y dijo:
«Escribe: estas palabras son fieles y verdaderas».

Y me dijo: «Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente. El vencedor heredará esto: yo seré Dios para él, y él será para mí hijo».

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Sal 102, 1b-2. 3-4. 6-7. 8 y 11 (R.: 8ª)

R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen. R.

SEGUNDA LECTURA
(si se ve conveniente)

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses. 1 Tes 4,13-18

Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza.
Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual modo Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto.
Esto es lo que os decimos apoyados en la palabra del Señor: nosotros, los que quedemos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que hayan muerto; pues el mismo Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar; después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos entre nubes al encuentro del Señor, por los aires.
Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

  • Lectura del santo Evangelio según san Juan. 11,17-27

En aquel tiempo, cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».

Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».

Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día».

Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».

Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

Palabra del Señor.

ORACIÓN DE LOS FIELES.

Oremos a Dios, Padre de todos, por nuestro hermano difunto (nuestra hermana difunta) y pidámosle que escuche nuestra oración.

— Para que el Señor, que se compadece de toda criatura, purifique con su misericordia y conceda los gozos del paraíso a nuestro hermano (nuestra hermana) N. Roguemos al Señor.

— Para que el Señor, que lo (la) creó de la nada y lo (la) honró haciéndolo (haciéndola) imagen de su Hijo, le devuelva en el reino eterno la primitiva hermosura del hombre. Roguemos al Señor.

— Para que le conceda el descanso eterno y lo (la) haga gozar en la asamblea de los santos. Roguemos al Señor.

— Para que el Señor, consuelo de los que lloran y fuerza de los que se sienten abatidos, alivie la tristeza de los que lo (la) lloran y les conceda encontrarlo (encontrarla) nuevamente en el reino de Dios. Roguemos al Señor.

Se pueden añadir intenciones libres.

Porque todos los bautizados formamos la gran familia de Dios, acudamos con gran confianza a Dios nuestro Padre, orando como Cristo nos enseñó: PADRE NUESTRO…

Se termina con la siguiente oración:

Señor, que nuestra oración suplicante sirva de provecho a tu hijo (hija) N., para que, libre de todo pecado, participe ya de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

ANEXO 2
Oraciones y salmos para procesiones o momentos de oración

Canto de despedida

A continuación, se entona uno de los siguientes cantos responsoriales:

I

Vengan en su ayuda, santos de Dios; salgan a su encuentro, ángeles del Señor.

  • Reciban su alma y llévenla a la presencia del Altísimo.

V. Cristo que te llamó, te reciba y los ángeles te conduzcan al seno de Abraham.

  • Reciban su alma y llévenla a la presencia del Altísimo.

V. Concédele, Señor, el descanso eterno y brille para él(ella) la luz que no tiene fin.

  • Reciban su alma y llévenla a la presencia del Altísimo.

II

Te rogamos, Señor y Dios nuestro, que recibas el alma de este(a) difunto(a), por quien derramaste tu sangre.

  • Recuerda, Señor, que somos polvo y que el hombre es como la hierba y la flor del campo que se marchita.

V. Estoy atemorizado por mis pecados y me avergüenzo ante ti esperando tu misericordia.

  • Recuerda.

III

Señor, tú me conociste antes de haber nacido y me hiciste a tu imagen y semejanza.

  • Ahora, a ti, que eres mi Creador, te entrego mi alma.

V. Estoy atemorizado por mis pecados y me avergüenzo ante tu juicio; no me condenes, Señor.

  • Ahora.

IV

Creo que mi Redentor vive y que en el último día surgiré de la tierra.

  • Y con mi cuerpo contemplaré a Dios, mi Salvador.

V. Seré yo mismo quien lo mire, no otro; mis ojos lo verán.

  • Y con mi cuerpo.

V. Por eso conservo esta esperanza en el fondo de mi corazón.

  • Y con mi cuerpo.

Responsorios fúnebres:

Tú, que liberaste a tu pueblo de la esclavitud de Egipto:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.

Tú, que abriste el mar Rojo ante los israelitas
que caminaban hacia la libertad prometida:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.

Tú, que fuiste santuario y dominio de Israel
durante su peregrinación por el desierto:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.

Tú, que transformaste las peñas del desierto
en manantiales de agua viva:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.

Tú, que diste a tu pueblo
posesión de una tierra que manaba leche y miel:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.

Tú, que quisiste que tu Hijo
llevará a realidad la antigua Pascua de Israel:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.

Tú, que por la muerte de Jesús
iluminas las tinieblas de nuestra muerte:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.

Tú, que en la resurrección de Jesucristo
has inaugurado la vida nueva de los que han muerto:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.

Tú, que en la ascensión de Jesucristo
has querido que tu pueblo vislumbrara su entrada
en la tierra de promisión definitiva:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.

Tú, que eres auxilio y escudo de cuantos confían en ti:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.

Tú, que no quieres que alaben tu nombre
los muertos ni los que bajan al silencio,
sino los que viven para ti:

R/. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso.


Salmo 117, 1-20

Ant. Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los que temen al Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y el Señor me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;

me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas;
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Ant. Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.

Santo Rosario

  1. Haga la “Señal de la Cruz” y rece el “Credo de los Apóstoles”.
  2. Rece el “Padrenuestro”.
  3. Rece tres “Avemarías”.
  4. Rece el “Gloria”.
  5. Anuncie el primer misterio, luego rece el “Padrenuestro”.
  6. Rece diez “Avemarías” mientras medita sobre el misterio.
  7. Rece un “Gloria”.
  8. Anuncie el segundo misterio, luego rece el “Padrenuestro”.
  9. Repita los pasos 6 y 7, y continúe con el tercero, cuarto y quinto misterio.
  10. Rece la “Salve”.
  11. Rece la “Oración después del Rosario”.

Misterios Gozosos
(lunes y sábado)

  1. La Encarnación del Hijo de Dios
  2. La Visitación de nuestra Señora a su prima Isabel
  3. El nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén
  4. La presentación de Jesús en el Templo
  5. El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo

Misterios Dolorosos
(martes y viernes)

  1. La oración en el Huerto
  2. La flagelación de Jesús atado a la columna
  3. La coronación de espinas
  4. Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario
  5. La crucifixión y muerte de Jesús

Misterios Gloriosos
(miércoles y domingo)

  1. La Resurrección del Hijo de Dios
  2. La Ascensión del Señor al cielo
  3. La venida del Espíritu Santo
  4. La Asunción de María al cielo
  5. La Coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado

Misterios Luminosos
(jueves)

  1. El Bautismo en el Jordán
  2. Las bodas de Caná
  3. El anuncio del Reino de Dios
  4. La Transfiguración
  5. La instauración de la Eucaristía

Las oraciones del Rosario

La Señal de la Cruz
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El Credo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

El Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

El Avemaría
Dios te Salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

El Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

La Salve
Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

Oración después del Rosario
Oh Dios, cuyo Hijo unigénito, por su vida, muerte y Resurrección nos ha merecido el premio de la bienaventuranza eterna, concédenos a quienes meditamos los misterios del Santísimo Rosario de la Virgen María, imitar lo que en ellos se contiene y alcanzar lo que prometen, por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

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Por P. Andrés Felipe Rojas, CM

Sacerdote Misionero de la Congregación de la Misión, Provincia de Colombia. Fundador y Director de Corazón de Paúl. Escritor de artículos de teología para varias paginas web, entre ellas Religión Digital. Autor de varias novenas y guiones litúrgicos. Actualmente párroco del Santo Cristo de Guaranda (Sucre)

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